Erin Fancher tiene dieciséis años. Una mañana, al despertar, descubre que la piel se le está cayendo a pedazos. Pero ¿realmente la están devorando los gusanos? ¿O lo que le ocurre es un producto de su imaginación adolescente? En cualquier caso, tiene que ir al instituto y lidiar con los problemas típicos de su edad. Y nada parece fácil tampoco para su amiga Shirley Perenchio, la chica más popular de la clase; ni para Velma Ellis, la profesora solterona de Lengua; ni para Billy Servant, el empollón enamorado. Ambientada en la ciudad ficticia de Elron, en una época que recuerda los años noventa pero podría ser la nuestra, esta desopilante novela sobre la adolescencia y las dificultades de ser uno mismo abunda en referencias pop, personajes inolvidables y vivas parodias del mundo moderno.
Con veintiocho años, pero aún instalada en casa de sus padres, Wendolin Kramer adora los cómics, se cree Súper Chica y, desde un despacho improvisado en su cuarto, fantasea con convertirse en detective privado por las calles de una Barcelona fantasmal. Todo cambia cuando llama a su puerta un caso real, que, sin embargo, no le queda muy claro. ¿Por qué le piden que averigüe dónde se encuentra un día preciso el escritor Francis Dómino? ¿Y qué relación existe entre él y la autora superventas Vendolin Woolfin? Parodia de novela negra, con innumerables referencias a la cultura pop, esta historia no solo ha consagrado a Laura Fernández como una de las voces más originales de nuestras letras, sino que sigue fascinando con sus personajes impredecibles, sus diálogos desternillantes y su inagotable imaginación narrativa.
Arthur Alter no está pasando por un buen momento. Profesor universitario, mediocre y sesentón, tiene harta a su jovencísima novia, no puede pagar la hipoteca y sus hijos, Ethan y Maggie, no le dirigen la palabra. Para evitar perder la lujosa casa familiar, Arthur decide invitarles a pasar un fin de semana con la excusa de una reconciliación, pero con la intención real de hacerse con la pequeña fortuna secreta que su difunta esposa Francine les legó.
Desde el fallecimiento de su madre, Ethan vive en Nueva York y se ha convertido en un ermitaño. Ha abandonado su trabajo, se ha comprado un apartamento que no se puede permitir y su parte de la herencia prácticamente ha desaparecido. Maggie, por su parte, se ha convertido en una especie de asceta voluntaria. No quiere tocar el legado de su madre, pero, al mismo tiempo, solo consigue trabajos mal pagados que no le dan ni para subsistir.
Contra todo pronóstico, ambos aceptarán la invitación de su padre sin que este imagine que todos tienen una agenda oculta.
Los altruistas es una oscura y divertida saga familiar que afronta la división entre los babyboomers y su descendencia millennial, que nos recuerda que todos cometemos errores y que, de alguna manera, lo importante es encontrar el camino de vuelta.
«Cincuenta y un años. Tres veces diecisiete. Tres posibles vidas diferentes si hubiera podido elegir. Aunque nunca elegimos ni decidimos nada, nos adaptamos a lo que se nos presenta. Y con el tiempo nos damos cuenta e interpretamos el mapa una vez que entendemos que “usted está aquí”».
Bob Pop vuelve a la narrativa con su diario más personal. El autor firma aquí una defensa feroz de la memoria y del derecho a la posteridad. Un relato tan crudo como lleno de estallidos de esplendor acerca de la vida real, el dolor físico y emocional y de una insaciable curiosidad intelectual. Dice el diario El País que «Roberto Enríquez, el hombre que hay tras Bob Pop, es un ejemplo perfecto de que eso que llamamos identidad está hecho de lo que hemos leído, de las pelis que hemos visto o de las canciones que hemos oído en bucle en la misma medida que de las muescas que nos dejaron los que nos amaron y los que no». Estos diarios llegan para confirmarlo, compuestos de lecturas, reflexiones, películas, trabajo, dinero, sexo y enfermedad. Un emotivo homenaje, también, a todos los creadores que le han inspirado.
Una escritora peruana en Buenos Aires rememora la historia de un accidente llamado familia. Accidente que se prolonga durante años como una herida mal cicatrizada, signo de interrogación que hurga, interpela y desfonda. Compuesta de recuerdos finamente hilados al tiempo de la intimidad, la novela se revela como un ajuste de cuentas entre una mujer y sus padres: narrativa filial con la que la escritura aspira a disipar olvidos, esparcir cenizas y replantear distancias. Pero también, como una declaración de amor y de duelo que no excluye la memoria del maltrato ni la búsqueda de una independencia que autorice al personaje a dejar de ser hija.
Quiénes somos ahora ratifica la incomparable voz de Katya Adaui en el concierto de la narrativa peruana del siglo XXI. Sus notables virtudes técnicas, el refinado puntillismo de su prosa y la sensibilidad para hallar luz entre las sombras familiares hacen de esta novela un acontecimiento literario.
A punto de salir de prisión, Nate McClusky comete un grave error y su familia y él son condenados a muerte. Así lo sentencia Craig el Loco, líder de la mafia blanca Acero Ario, desde la celda de máxima seguridad donde cumple cadena perpetua. Un decreto ineludible, pues todo nazi supremacista de California responde al Acero, que compite contra los cárteles mexicanos por el control del narcotráfico en el Estado.
Unas horas después de ser puesto en libertad, Nate roba un coche y, por primera vez en su vida, va a buscar a su hija al colegio. Aunque Polly McClusky todavía no lo sabe, a su madre ya la han asesinado y su padre viene para ponerla a salvo. A sus once años, Polly es tímida, de inteligencia vivaz, y apenas conoce a Nate, pero juntos se lanzan a la carretera por una California desértica y llena de moteles y lugares inadecuados. Polly deberá madurar a toda prisa si quiere sobrevivir y salvarle la vida a su padre.