Mientras consideraba su mortalidad, Franz Wright encontró una nueva euforia y claridad en la página, entregando para nuestro examen el “yo” defectuoso pero arrodillado en gratitud en el que se había convertido. Desde "Entries of the Cell", el largo poema central que detalla la soledad del alma soltera, hasta breves poemas narrativos en prosa y letras tradicionales, Wright se deleita en el poder compensatorio del lenguaje, observando los faros diurnos que siguen a un coche fúnebre, o el viento, “bendiciendo uno por uno los capullos sin luz del regreso inadvertido del melocotonero doblado hacia atrás”.
Explica la poeta Julieta Valero en el epílogo de Esta ira que las mujeres estamos «desentrenadas para mostrar la ira». «Entonces» se pregunta «¿cómo decir, cómo articular una ira que no responde estrictamente a los hombres, sino a la vida misma, a su designio duro? ¿Y cómo ser capaz de hacer de su objeto precisamente a las hermanas, a las mujeres?»
A esta dificilísima prueba del lenguaje se enfrenta María García Zambrano en su nuevo poemario. Una obra potente que reclama el derecho a expresar la ira y el dolor censurado de las maternidades no hegemónicas.
Como antídoto a la ira, Zambrano recurre al principio budista de que todo está en continuo cambio, que atraviesa la obra como un bálsamo y alcanza su máximo poder sanador en la cuarta y última parte: un canto esperanzador a la belleza que podemos encontrar incluso en los lugares más dolorosos.
Iwa, Kasane y Sakura son las tres mujeres icónicas del terror japonés, espectrales bellezas de largos y lustrosos cabellos negros, cuya gélida y penetrante mirada hiela la sangre y atenaza el alma. Las historias originales que han inspirado las películas más terroríficas del cine japonés nacieron a principios del siglo xix gracias a Tsuruya Namboku, el genial dramaturgo del kabuki-terror.
Daniel Aguilar adapta por primera vez en idioma español los libretos originales de estas obras maestras y nos introduce en el nacimiento, desarrollo y esplendor del kabuki-terror. Un viaje a través de los bajos fondos de la ciudad de Edo donde ronin legendarios y mujeres agraviadas solventan sus afrentas en un ambiente impregnado de misticismo religioso, sangre, rapacidad, prostitución, homosexualidad y rencores sobrenaturales, todo ello tratado con un permanente barniz de humor negro.
La vocación artística más profunda de Max Aub fue, sin duda, la vocación escénica. Vinculado a las vanguardias teatrales de los años veinte y treinta, antes de la guerra de España publicó diversas obras dramáticas. Antifascista leal al gobierno republicano, durante los años de la Guerra Civil escribió ocho obras en un acto que reunió con el título de Teatro de circunstancias. En julio de 1937, cuando residía en París como agregado cultural de la Embajada española, fue nombrado secretario del Consejo Central del Teatro y por tal motivo tuvo que trasladarse en 1938 a Barcelona, por entonces capital de la República. Exiliado en París desde febrero de 1939, padeció durante tres años la experiencia de los campos de concentración franceses y argelinos, aunque en octubre de 1942 inició su exilio en México. Entregado compulsivamente durante aquellos años cuarenta a la escritura de una torrencial literatura dramática y esperanzado con el posible renacer de su vocación escénica –que la dedicatoria de su tragedia San Juan expresaba en 1943 con claridad–, la imposibilidad de estrenar sus obras fue sumiendo al dramaturgo en una frustración amarga que reflejó con airada resignación en sus Diarios. La primera edición de San Juan apareció en México en 1943, aunque el estreno mundial de esta tragedia no tuvo lugar hasta 1998 en Valencia. Las representaciones de San Juan en Valencia, Madrid y Lisboa, un éxito de crítica y público en la España democrática, vinieron a demostrar la actualidad y vigencia de esta excelente tragedia maxaubiana.
Anotaciones a pie de página es un poemario que aspira a ser la metáfora de un poemario; un poemario sobre y desde y en la poesía, un poemario sobre el acto de escribir un poema, sobre la relación entre la palabra y el silencio de la palabra; un ejercicio sobre el espacio en blanco y el texto, sobre lo que se dice, lo que se insinúa y lo que se intuye; sobre la cita, la anotación y el texto que debe ser escrito tras el diálogo entre la anotación y la cita. Un poemario sobre todas las opciones del poema y del silencio cuando no hay poema o todos los poemas y silencios son posibles porque el poema deviene una utopía. Un poemario sobre la libertad del lector para hacer y rehacer texto y contexto. Poesía metapoética sobre el acto de ser y estar en el poema.
Todos los mapas presuponen
que quien lo usa
sabe dónde se encuentra.
Pero quizá no sean lo mismo
el espacio y la distancia.
Antes de empezar a dibujar un mapa
conviene aceptar
que no nos quedará más remedio
que hacer concesiones.
Porque un lugar es más antiguo
que el mapa que lo representa.
¿Qué indica la ausencia de caminos?
También debemos aprender
a prestar atención
a los detalles,
a sospechar
que en cada imagen
siempre hay más
de lo que parece a simple vista.