En 1937, Ernest Hemingway viajó a España para cubrir la Guerra Civil como corresponsal de la North American Newspaper Alliance. Tres años después terminó Por quién doblan las campanas, una historia de amor y muerte que se ha convertido en un clásico, y que sigue siendo una de las mejores y más hermosas novelas bélicas de todos los tiempos.
En sus páginas seguimos los pasos de Robert Jordan, un profesor norteamericano que lucha en el bando republicano como voluntario de las Brigadas Internacionales y especialista en explosivos. Cuando el general Golz le encarga la destrucción de un puente, crucial para evitar la contraofensiva de las tropas franquistas durante la batalla de Segovia, descubrirá en la sierra de Guadarrama los peligros de la guerra, pero también una intensa camaradería y el amor por María, una joven que huye del bando sublevado y le devolverá la pasión por la vida.
La joven Kambili, de quince años, y su hermano mayor Jaja llevan una vida privilegiada en la ciudad de Enugu. Viven en una hermosa casa y frecuentan un elitista colegio religioso, pero su vida familiar dista mucho de ser armoniosa. Su padre, un poderoso y respetado hombre de negocios, es un fanático católico que alienta expectativas de cariño imposibles de cumplir. Cuando los jóvenes visitan durante unos días a la cariñosa y atrevida tía Ifeoma en su humilde apartamento, descubren un mundo totalmente nuevo: el rico olor a curry que inunda el lugar, las continuas risas de sus primos, las flores exuberantes, la calidez, el respeto a las ideas, la libertad, el amor y la ausencia de castigos. Al regresar a su hogar, transformados por la libertad conquistada, la tensión familiar crece de forma alarmante.
En La flor púrpura oímos la voz de una juventud que rechaza las prohibiciones que se ciernen sobre su vida y que ahogan a su pueblo. Un relato tierno, sereno y conmovedor sobre los lazos familiares, la pasión de la adolescencia y la represión, y que trasciende el paisaje de una Nigeria convulsa para cobrar un cariz universal.
Medio sol amarillo recrea un período de la historia contemporánea de África: la lucha de Biafra por conseguir una república independiente de Nigeria, y la consecuente guerra civil que segó la vida de miles de personas.
Con gran empatía y la naturalidad de una narradora comprometida, Chimamanda Ngozi Adichie recrea la vida de tres personajes atrapados en las turbulencias de la década: el joven Ugwu, empleado de la casa de un profesor universitario de ideas revolucionarias; Olanna, la hermosa mujer del profesor, que por amor ha abandonado su privilegiada vida en Lagos para residir en una polvorienta ciudad, y Richard, un joven y tímido inglés que está enamorado de la hermana de Olanna, una mujer misteriosa que renuncia a comprometerse con nadie. A medida que las tropas nigerianas avanzan, los protagonistas de esta historia deben defender sus creencias y reafirmar sus lealtades.
En los albores de un nuevo siglo, en un invierno característico de Filadelfia, nace Alma Whittaker. Su padre, Henry Whittaker, es un explorador botánico audaz y carismático cuya vasta fortuna oculta unos orígenes humildes: comenzó de pilluelo en los jardines Kew de Sir Joseph Banks y de grumete a bordo del Resolution del capitán Cook. La madre de Alma, una estricta holandesa de buena familia, sabe tanto de botánica como cualquier hombre.
Niña independiente, con una sed de conocimientos insaciable, Alma no tarda en adentrarse en el mundo de las plantas y de la ciencia. Sin embargo, a medida que el minucioso estudio de los musgos la acerca más y más a los misterios de la evolución, el hombre al que ama la arrastra en la dirección opuesta: al mundo de lo espiritual, lo divino y lo mágico. Ella es una científica de mente despejada; él es un artista utópico. Pero lo que une a esta pareja es la pasión compartida por el saber: el desesperado deseo de comprender cómo funciona el mundo, de qué están hechos los mecanismos de la vida.
Conmovedores y profundos, estos relatos cuentan historias humanamente cercanas y geográficamente remotas: historias de mujeres que sufren lejos de su país de origen, historias de emigrantes que se encuentran a sí mismos en América, la tierra prometida.
Chimamanda Ngozi Adichie, autora nigeriana, sabe hablar de África alejándose de los titulares manidos sobre ese continente, pero sin dejar de lado la historia de su país.
Es una escritora interesada en cómo los asuntos públicos afectan a los individuos, interesada en analizar desde la ficción el choque entre la modernidad y la tradición, las expectativas familiares y los sueños de las nuevas generaciones.
Lagos, mediados de los noventa. En el marco de una dictadura militar y en una Nigeria que ofrece poco o ningún futuro, Ifemelu y Obinze, dos adolescentes atípicos, se enamoran apasionadamente. Como gran parte de su generación, saben que antes o después tendrán que dejar el país. Obinze siempre ha soñado con vivir en Estados Unidos, pero es Ifemelu quien consigue el visado para vivir con su tía en Brooklyn y estudiar en la universidad. Mientras Obinze lucha contra la burocracia para reunirse con Ifemelu, ella se encuentra en una América donde nada es como se imaginaba, comenzando por la importancia del color de su piel. Todas sus experiencias, desgracias y aventuras conducen a una única pregunta: ¿acabará convirtiéndose en una «americanah»?
Americanah, que recoge el término burlón con que los nigerianos se refieren a los que vuelven de Estados Unidos dándose aires, es una historia de amor a lo largo de tres décadas y tres continentes, la historia de cómo se crea una identidad al margen de los dictados de la sociedad y sus prejuicios.