Las durísimas memorias familiares del escritor Andreas Altmann, marcada por la relación con su padre, un ex funcionario nazi que impuso la violencia y el terror en su propia casa.
«Mi madre fue la primera víctima de la violencia a quien conocí», escribe Andreas Altmann en estas duras memorias familiares para referirse al régimen de terror y autoritarismo que su padre, antiguo funcionario nazi, impuso en su propia casa. Aquel hombre que por el día se dedicaba al comercio de rosarios y que se ganaba la vida a través del turismo religioso, encontró en la hipócrita sociedad alemana de posguerra un cómplice para sus abusos. ¿Qué convirtió a su padre en un ser tan despreciable? ¿Qué hizo que su madre tuviera el coraje para enfrentarse a él? ¿Cómo de responsable es un país que no termina de enterrar los horrores del pasado? Estas son algunas de las preguntas que se hace el narrador mientras repasa su infancia y trata de indagar las razones del mal y la violencia intrínsecos al ser humano.
Marcada por la ira, el odio y una autenticidad innegociable, la prosa de Altmann ha sido comparada con la de Thomas Bernhard por su habilidad para describir el descenso al lado más oscuro del ser humano.
Un fascinante debut literario sobre el encuentro con un personaje singular que transformará la vida de la joven Virginia.
Al final de su adolescencia, Virginia viaja con su padre al norte para reunirse con los Kopp. Cuando el encuentro con sus amigos ingleses augura unas apacibles vacaciones, la aparición estelar de un invitado inesperado truncará todos sus planes: Bertrand es escultor y performer, con toda probabilidad padece algún trastorno mental, y está obsesionado con la idea de que «las esculturas son efímeras». Visionario y demente, envuelto en un aura de carisma y de peligro, Bertrand siembra el desconcierto en la vida de Virginia, que se acabará dejando arrastrar hacia un territorio ambiguo, inexplorado.
En su primera novela, Xita Rubert escribe con la misteriosa sabiduría que emerge del caos para preguntarse si acaso crecer es adentrarse en una ficción sin retorno. Mis días con los Kopp es una sugestiva novela de iniciación del siglo XXI que afronta con inteligencia la enfermedad, el fingimiento social y el desamparo. Una singularísima historia que nos anuncia la llegada de una nueva narradora con una voz poderosa y llena de matices.
Un mundo en el que los esclavos son los amos y los amos los esclavos.
De la ganadora del Booker por Niña, mujer, otras, una brillante sátira sobre la esclavitud.
Bienvenidos a un mundo al reves. Un buen día, Doris está jugando al escondite con sus hermanas en el prado de detrás de su casa, en Inglaterra. De repente, alguien se abalanza sobre ella, le pone un saco en la cabeza, y Doris termina en la bodega de un barco de esclavos que navega hacia el Nuevo Mundo.
En esta fantástica e imaginativa vuelta de tuerca a la trata transatlántica de esclavos -en la que los blancos son esclavizados por los negros-, Bernardine Evaristo nos invita a reflexionar con una sátira tan asequible y fácil de leer como inteligente y perspicaz. Raíces rubias nos acerca hasta la incomodidad a los grilletes, los lamentos y demás barbaries del esclavismo, planteando preguntas muy oportunas sobre la sociedad de hoy.
¿De qué va la vida, así, en general, la vida de la gente? No la de la gente a la que le pasa algo extraordinario que cambia toda su existencia, sino la de la mayoría...
El año en que se produce una ola de suicidios en la sede francesa de una compañía de telecomunicaciones, la protagonista de esta historia entra a trabajar para su filial en Madrid. Pronto se ve sometida a mobbing: no le encargan ni una sola tarea. Cada día llega a la oficina y se enfrenta a seis horas (jornada reducida por maternidad) de nada. Todo ese tiempo vacío le sirve para idear, en respuesta, un plan de venganza personal contra la economía global y las políticas laborales. Una íntima rebelión contra la sociedad. Tiene cuarenta años, dos hijos pequeños y un marido argentino en una dudosa gira como estrella de rock, y, a la espera de un despido o una indemnización que no acaban de llegar, durante trescientos sesenta y cinco días se irá dando cuenta de cómo, al ir tachando artículos de su lista de la compra, van cayendo las verdades universales, la fe en las políticas de conciliación y en la eficacia de los champús, y las ideas preconcebidas de una felicidad que quizá puede ser posible.
Grito anticapitalista escrito con humor negro y pasión, esta novela, que fue finalista del Premio Clarín, habla de una caída, del amor, de cosas afiladas y de una orquídea muerta.
Alemania, mayo de 1938. El fantasma del nazismo amenaza Europa pero Felicia, fuerte e inconformista, maneja con decisión el timón de su familia y su empresa. A su hija Belle no le importa la política, solo piensa en su carrera en el cine y en el hombre de sus sueños, con quien espera casarse muy pronto. La ceremonia se celebrará en la casa familiar de Lulinn y asistirá toda la familia salvo su madre, que ha decidido acompañar a su socio judío hasta la frontera. Al poco tiempo Susanne, su otra hija, recibe una propuesta de matrimonio de un joven oficial de las SS.
Ninguna de esas tres mujeres imagina el descenso a los infiernos que se avecina. Su país será arrasado y dividido, y el mundo entero librará una lucha feroz por la supervivencia. Cuando por fin llegue la paz, solo los más afortunados reaparecerán entre las ruinas de un paisaje devastado por las bombas.
Los aromas perdidos es la apasionante historia de una familia, convertida en un vívido reflejo de acontecimientos que tuvieron en jaque a la humanidad.
A principios de los años cincuenta, en un Irán poderoso pero sumido en un sinfín de disensiones, un humilde chófer del ejercito iraní llamado Behruz atraviesa Teherán de vuelta a casa. De pronto, llega a sus oídos el sollozo debil y lastimero de un bebe. Lo que no sabe Behruz es que esa niña, a la que llamará Aria, va a provocar un vuelco radical en sus vidas.
A traves de los ojos de una recien nacida, conoceremos a tres mujeres muy distintas obligadas por el azar a hacer de madre de esta niña huerfana: la irresponsable y ensimismada Zahra, casada con Behruz; la acaudalada y compasiva Fereshte, que tras acogerla en su hogar la adopta y nombra heredera; y finalmente la enigmática y menesterosa Mehri, que resulta ser a la vez una bendición y una carga.