En la Casa de la Tía Léonie, donde Marcel Proust —autor de la monumental En busca del tiempo perdido, cumbre indiscutible de la novela universal— pasó las vacaciones de su infancia, se celebra un importante simposio internacional que reunirá a los más reputados investigadores de su obra. Pero la víspera, el ama de llaves encuentra de improviso el cuerpo sin vida de la presidenta de la americana Proust Association, la señora Bertrand-Verdon, asesinada en extrañas circunstancias. El comisario Jean-Pierre Foucheroux y la inspectora Leila Djemani llegarán desde París para hacerse cargo de la más literaria de las investigaciones...
Rivalidades académicas y unos valiosísimos cuadernos perdidos son los elementos con los que Estelle Monbrun sostiene una primorosa trama policiaca en la que, al igual que en las mejores obras de las grandes damas del crimen anglosajonas, los deliciosos diálogos importan tanto como el propio asesinato. Un noir tan inteligente, evocador y reconfortante como una magdalena mojada en una humeante taza té.
UN CLÁSICO DE ABSOLUTA ACTUALIDAD
La mayoría de los incidentes de este libro tuvieron lugar, de una forma u otra, en la república popular húngara a mediados de la década de 1960. El resto, de una forma u otra, está a punto de suceder, o de volver a ocurrir, en algún lugar del planeta tierra.
«Una novela bella y extraña, una profunda meditación sobre el espíritu totalitario, atravesada por un humor negro y una cálida mirada. Oponiendo al absurdo su risa oscura, El epitafio de los perdedores evoca a los primeros Kundera y Nabokov. Andrew Szepessy es un descubrimiento maravilloso».
IAN MCEWAN
Durante una calurosa noche de verano, un hombre aguarda sentado en la celda de una lúgubre prisión húngara. Ignora por completo los motivos de su encarcelamiento y los hieráticos guardias mantienen al respecto un hermético silencio. Pero no está solo allí. Otros muchos se encuentran recluidos entre los gruesos muros de piedra: sabios, cantantes, espías, estudiantes... A medida que pasan los días, el hombre se verá envuelto en sus conversaciones y en sus vidas, convirtiéndose poco a poco en copartícipe de sus desesperados y extravagantes actos de rebelión.
Escrita a principios de la década de 1980 e inspirada por la propia experiencia del autor, El epitafio de los perdedores es una distópica y desasosegante novela sobre el poder, la justicia y la libertad, y sobre los estrechos vínculos humanos que surgen incluso en los lugares más insospechados. Una necesaria reflexión sobre el absurdo de los totalitarismos, deslumbrante por su potencia literaria y su resonancia con nuestro tiempo.
Publicado cada uno de ellos a lo largo de una extensa trayectoria, los textos que componen el presente libro son un recorrido sutil y hermoso por el camino de una vida. Un todo -el que establecen El territorio de la memoria, La foto de los suecos, Ojalá octubre y El niño descalzo- con el que se viaja desde la más tierna infancia, evocada por una fotografía hallada fortuitamente, pasando por la insospechada mirada del padre abocado al final de la esperanza, hasta la serenidad del abuelo en la que se imprimen las huellas de tres generaciones.
Juan Cruz Ruiz, con la prosa preciosista, sensible y lúcida que lo caracteriza, deshoja uno a uno los pétalos de la propia experiencia para ofrecer así al lector una sincera crónica de la maraña humana, con sus alegrías y sus tristezas.
Una mala racha. Así es como podría llamarse a lo que está viviendo Sookie. Primero, su compañero de trabajo es asesinado y a nadie parece importarle. Luego se encuentra cara a cara con una criatura sobrenatural y casi muere en el ataque. Afortunadamente los vampiros le salvaron la vida, así que cuando le piden que busque a uno de ellos, desaparecido en Dallas, Sookie no lo duda ni un momento: les debe un favor.
Se supone que el trabajo es fácil: debe entrevistar a ciertos humanos involucrados en la desaparición. Solo hay una condición, los vampiros deben prometer comportarse y dejar que los humanos salgan ilesos. Más fácil decirlo que hacerlo. Todo lo que se necesita es un pequeño error para que las cosas se vuelvan mortales...
Segundo volumen de la bilogía erótica A ciento cincuenta pulsaciones por minuto.
¿Crees que todo lo que empezó con un beso continuará con un beso?
Supongo que a estas alturas ya me conoces bastante, aunque sé que hay cosas que no entiendes sobre mí y que a veces, incluso, puedo llegar a caerte mal. De verdad que lo siento, pero no puedo evitar ser como soy. Ante dicha afirmación, Chase tendría mucho que decir, ¿verdad?
En resumen, empiezo esta etapa de mi vida con mucha incertidumbre y con una sola certeza: me he enamorado de él, aunque no se lo haya dicho. Ada, mi mejor amiga, me ha aconsejado que recorra este camino con sinceridad, pero para mí no es tan fácil liberar ciertas palabras, abrir mi pecho y mostrar cómo soy en realidad, ya lo sabes.
¿Qué va a pasar? No tengo ni la más remota idea; depende de Chase, de ella y también de mí, porque he descubierto al hombre que era mi amigo y me temo que ha llegado el momento de perdernos o encontrarnos para siempre. Ojalá nos encontremos. Ojalá sepamos hacerlo. Ojalá le permita hacerlo.
Rosanna Menici es muy joven cuando conoce a Roberto Rossini, el hombre que le cambiará la vida. En los años siguientes, sus destinos se verán entrelazados por sus extraordinarios talentos como cantantes de ópera y también por su incombustible pero obsesivo amor, un amor que acabará afectando las vidas de todos los que los rodean. Porque, como Rosanna descubrirá poco a poco, su unión está marcada por terribles secretos del pasado...