Una ola de brutales asesinatos sacude Moscú. Los cadáveres aparecen con el tórax destrozado y el corazón aplastado, y el único nexo aparente entre las víctimas es su aspecto físico: todos son rubios y de ojos azules.
En una ciudad dominada por bandas criminales y empresarios sin escrúpulos, un grupo misterioso ha puesto en marcha un siniestro plan: su objetivo es encontrar a sus 23.000 hermanos perdidos. Necesitan dar con ellos para despertarlos y liberarlos. ¿Cómo? Con unos martillos de hielo, cuyas cabezas heladas están compuestas por los restos del extraño meteorito caído en Tugunska en 1908.
La verdadera historia de la primera mujer que conquistó el océano.
Hace más de quinientos años, en 1519, la escasez de víveres y las enfermedades asolaban España mientras Magallanes comenzaba los viajes que serían el punto de partida para el apogeo y el dominio español del mar del Sur. Años después, cuando la carrera por la conquista de lo desconocido llegó a su punto álgido, el navegante Álvaro de Mendaña murió durante el trayecto dejando su tripulación sin general. Será entonces cuando su esposa Isabel Barreto, decide ponerse al mando y reconquistar los parajes que su esposo había descubierto en vida. Desde Pontevedra hasta los mares del Sur, Isabel se enfrentó a viento, marea y los prejuicios de la época, pero nada pudo frenar la ambición por escribir su propio futuro.
Es 1996 y Selin se embarca en el segundo curso como estudiante de literatura de Harvard. Aunque el verano ha quedado atrás, no puede dejar de pensar en lo ocurrido durante esos meses en Hungría al lado de Ivan, el chico del que está enamorada. Los últimos emails que han intercambiado no dejan claro en qué términos está ahora su relación, y aunque en la literatura ella disfruta de las historias complejas protagonizadas por mujeres condenadas a la tragedia, en la vida real preferiría no convertirse en una de ellas.
Dos jóvenes exaltados, Asier y Joseba, se marchan en 2011 al sur de Francia con la intención de convertirse en militantes de ETA. Esperan instrucciones en una granja de pollos, acogidos por una pareja francesa con la que apenas se entienden. Allí se enteran de que la banda ha anunciado el cese de la actividad armada. Abandonados a su suerte, sin dinero, sin experiencia ni armas, deciden continuar la lucha por su cuenta, fundando una organización propia, en la que uno asumirá el papel de jefe y disciplinado ideólogo, y el otro el de subalterno más relajado. El contraste entre el afán de gestas y las peripecias más ridículas, bajo una lluvia pertinaz, va llevando la historia hacia una especie de drama cómico. Hasta que conocen a una joven que les propone un plan.
Javier Serena nos remite en La estación Baldía al ambiente de la inmediata posguerra civil, donde los rescoldos del drama humano son patentes en una sociedad rota por la guerra. La mezquindad humana, la necedad y la crueldad que poblaron la guerra, aparecen entreveradas de signos de humanidad y compasión capaces de rescatar la fe en el ser humano, dentro del gris mosaico de una sociedad desgarrada. La difícil vida de las mujeres en este tiempo y este lugar está personificada en la heroína de la novela, que encarna a toda una generación.
Últimas palabras en la Tierra cuenta el final de una historia. También el principio. La historia de un hombre al que llamaremos Ricardo Funes, aunque ese no sea su nombre verdadero. Las tres voces que repasan la existencia desesperada de este escritor, pocos años antes de su éxito y de su muerte temprana, nos adentran en las luces y sombras de una vocación imposible de abandonar. Su entrega visceral a la escritura y el ostracismo que sufrió hasta su reconocimiento tardío por parte de la crítica y los lectores hacen de Ricardo Funes un personaje fascinante que trasciende las fronteras entre realidad y ficción para convertirse en una criatura hecha de literatura.