Taxistas, bares, barrios y ciudades, mitos de la infancia, libros, películas, mucha música y familia: así de extenso es el «universo Zanón», y así de variadas son su flora y su insólita fauna, fruto de una reflexión implacable, pero también un tanto melancólica, sobre la realidad y las cosas del día a día que ve, piensa y recrea a su manera.
Novelista y poeta, Carlos Zanón es también un narrador que escribe en un periódico. Tras varios años de colaboraciones ininterrumpidas en prensa, nos ofrece en Cien formas de romper un glaciar la contraparte real del universo imaginario que palpita en todas sus novelas.
«Sangre de horchata, cariño. Pase lo que pase, hay que tener sangre fría».
Belén tiene dieciséis años y vive en una casa de locos. Su padre, ya muy enfermo y en silla de ruedas, insiste en empezar a organizar la enorme herencia que le corresponde. Su hermano parece saber cosas que a ella le oculta todo el mundo. De su madre ni hablamos: apenas alguna llamada telefónica con mala cobertura y ni una visita desde que, cuando los hermanos eran pequeños, sufrió un episodio que acabó en internamiento. Lo único que quiere Belén es que todo sea normal.
Con ritmo de comedia y aliento de drama, Luisa Castro teje una gran novela sobre la ruptura de una familia y sobre eso que nunca sabremos de los demás: qué sucede tras la puerta cerrada.
Este libro, Alemania, impresiones de un español fue publicado hace más un siglo, en 1916, y no es más que un puñado de crónicas periodísticas sobre la Alemania de 1912, aunque también sea mucho más. La Alemania que retrató Camba ya no existe, en realidad ni siquiera existía ya cuando se publicó el libro en plena Primera Guerra Mundial, pero es la Alemania de Camba, el primer gran periodista del siglo xx. Sus brevísimos y acerados artículos conspiran unánimemente contra la solemnidad y el lugar común y son un prodigio de observación y naturalidad, además de encerrar siempre una inmensa carga humorística de raíz hondamente galaica.
La magia existe... pero no conviene fiarse de ella. Eso lo sabe muy bien Lizbeth Rose, una joven mercenaria que se gana la vida como puede entre los restos de lo que antaño fueron los Estados Unidos. Lizbeth acaba de aceptar una oferta de trabajo de un par de magos rusos para ser su guía y guardaespaldas. Juntos van a buscar, por los pueblos cercanos a la frontera con México, al último descendiente de Rasputín, un practicante de la magia de bajo nivel llamado Oleg Karkarov... porque su sangre podría ser lo único capaz de salvarle la vida al joven zar. Cuando los tres emprenden su viaje, poderosos enemigos parecen estar empeñados en impedir que cumplan con su misión. Dependerá de Lizbeth que tanto sus clientes como ella misma consigan sobrevivir.
Un relato bellísimo y melancólico sobre el amor y el valor de la libertad personal.
El 2 de setiembre de 1939, el día después de la invasión de Polonia por el ejército alemán, dos amantes se separan en París. Olga, una exiliada rusa, se despide de Einar, que regresa a Suecia con la esperanza de que pronto volverán a reunirse. Einar le dice que espera que ella vaya a Estocolmo, que podrían ir juntos a Brasil o viajar a Rusia… Ni se imaginan la magnitud de la guerra que está a punto de estallar ni las dificultades a las que deberán enfrentarse. ¿Sobrevivirá este amor?
«Lo único real era esa fuerza que nosseparaba. Ahora estás aquí, conmigo, ahora estamos juntos. Pero dentro de una hora ya no estarás aquí, estarás solo, y yo estaré sola. No quedará nada de lo que nos unió, salvo quizás los pensamientos: los míos sobre ti y los tuyos sobre mí.»
"Me enorgullecí siempre de no llamarle papá, de ser capaz de no hacerlo".
Creo que siempre esperé la muerte de mi padre como la prueba definitiva para comprobar si le quería o no. Porque, en el fondo, no me perdoné nunca el quererle. Tampoco me perdonaba el no quererle.
Solo sabía que cuando él muriera, yo, probablemente, podría empezar a quererle en paz.
Nacida a principios de los años setenta, Sibila, la autora de esta novela y la protagonista de esta historia, es una “niña nadie”, como muchos de los hijos de aquella generación de padres “progres” y ateos. Una cría infeliz, a menudo maltratada, que crece a la intemperie entre un padre dominante y alcohólico, pero también culto y sensible, y una madre ausente.
Pasados ya los cuarenta y a raíz del inesperado dolor por la muerte del padre, la autora va desgranando su complicada relación con él, desde su niñez a la vida adulta, en lo que quiere ser un ejercicio sobre las infancias perdidas, lo absurdo y vital de los lazos familiares y la necesidad de querer y ser queridos.