En 1999, Paulina Ramírez, de tan sólo trece años, fue violada y quedó embarazada. Con el apoyo de su familia, acudió a la clínica de su localidad para interrumpir la gestación, pero ni su corta edad ni las circunstancias violentas en las que se dio su embarazo le garantizaron ese derecho.
Los médicos que la atendieron argumentaron objeción de conciencia, empecinados en defender sus creencias religiosas, y se negaron a practicar el aborto, dejando a Paulina y a su familia en una encrucijada vital.
Antonio José Bolívar Proaño vive en El Idilio, un pueblo remoto en la región amazónica de los indios shuar; con ellos aprendió a conocer la selva y a respetar a los animales y a los indígenas que la pueblan, pero también a cazar el temible tigrillo. Un día decidió leer las novelas de amor que dos veces al año le lleva el dentista Rubicundo Loachamín. Con ellas se aleja de la estupidez de esos forasteros que creen dominar la selva porque van armados pero que no saben cómo enfrentarse a una fiera enloquecida: de eso se ocupará el viejo Bolívar Proaño.
Jugando en la oscuridad radiografía con precisión la huella afroamericana en la cultura de un país que sería irreconocible sin ella.
Las tres conferencias que componen este breve libro las impartió Toni Morrison en la Universidad de Harvard un año antes de recibir el Premio Nobel de Literatura. Constituyen una profunda reflexión sobre la constante y, sin embargo, velada presencia negra en la literatura clásica norteamericana (Poe, Beecher Stowe, Melville, Twain, Cather, Faulkner, Hemingway…) y la forma en que esa presencia es utilizada con la finalidad de establecer la identidad blanca.
La tarde del 12 de agosto de 1979, los hermanos Nicolás y Hugo y la pequeña Blanca desaparecen en una localidad del Baixo Miño. La niña es encontrada a la mañana siguiente dentro de una cesta de mimbre en la orilla opuesta del río sin recordar nada de lo ocurrido. Pese a la intensa búsqueda, los cuerpos de los dos niños nunca aparecen.
Veinticinco años después el hallazgo de unos restos óseos en un yacimiento arqueológico apunta a que se trata de los dos hermanos desaparecidos. A partir de entonces, Blanca y el periodista Lois Lobo inician una compleja búsqueda para descubrir qué sucedió a través de los caminos engañosos de la memoria y de los tabúes de una sociedad hermética acostumbrada a que los trapos sucios se laven en casa.
Martina acaba de llegar a Treviu, un pequeño pueblo de montaña donde ha veraneado toda la vida. Necesita huir de Barcelona y allí, rodeada de recuerdos de su niñez, se siente segura. Una vez instalada, se entera de que alguien ha profanado tres tumbas del cementerio viejo, una de ellas pertenece a una chica de identidad desconocida que falleció hace más de treinta años en el puente del Malpàs y que todo el mundo recuerda como «la chica del vestido azul». Todo indica que se suicidó, pero su muerte siempre ha sido un misterio.
Cuando Martina decide investigar qué le pasó a la chica, pone en marcha, sin saberlo, una serie de acontecimientos que la adentrarán en una peligrosa aventura, en la que se tendrá que enfrentar a alguien dispuesto a hacer todo lo posible para evitar que los secretos del pasado salgan a la luz.
Una rural noir, completamente absorbente, que sumerge al lector en la vida de un pequeño pueblo de montaña, lleno de gente entrañable, pero también de secretos y peligros.
Cuando estamos en medio de la fiesta y han cortado el pastel, en lo más alto, pienso en que este momento no va a durarnos nada. Mientras el anfitrión reparte platos de una tarta grandísima, yo me detengo. Y miro a cada niño, a cada padre, y me veo a mí: nos veo, papá, nos veo. Me detengo a pensar en que hace un rato estábamos soplando tranquilos a las velas y ya nadie se acuerda, supongo que era esto el carpe diem. Otra parte de mí, como un desdoblamiento, me insiste en agarrar mi trozo de tarta y no pensar, entonces cojo la cuchara y muerdo un pedazo y cuando me doy cuenta han pasado diez años y escribo este poema.