El protagonista de esta brillante novela detectivesca, Vice (así apodado por su cargo de vicecomisario de policía), es un hombre peculiar: esceptico, carcomido por el cáncer pero fumador empedernido, tiene colgado en su despacho el grabado original de Durero El caballero, la muerte y el diablo. Vice investiga el asesinato de un poderoso abogado y político, un crimen aparentemente cometido por unos terroristas que se hacen llamar "los Hijos del 89", en alusión a la Revolución francesa. Y mientras el vicecomisario se adentra en los entresijos del caso, esta ágil y sarcástica ficción policiaca va convirtiendose –como ocurre en la mayoría de obras de Leonardo Sciascia– en una amarga y lúcida reflexión sobre la desconcertante verdad del mundo en que vivimos, un mundo del que "el diablo estaba tan cansado que prefería dejarlo todo en manos de los hombres, más eficaces que el".
Un mechón de pelo y nueve palabras: «Esta era ella. Este, su pelo. Yo, su asesino».
La aparición de un mechón de pelo junto a un inquietante anónimo provoca la reapertura del caso Alicia, la joven asesinada hace quince años en un monte de Cantabria; el hecho podría confirmar una terrible sospecha: ¿y si el autor del crimen no fuera el hombre encarcelado por ello hace más de una década? La eficiente y metódica inspectora Herreros se verá obligada a liderar la investigación entre un Bilbao opresivo y un Madrid frenético mientras seguimos los pasos en primera persona del inspector Brul, su jefe y mentor, el hombre que mantuvo una relación con la víctima meses antes del suceso.
Finales del siglo XVI. Un asesino acecha la Universidad de Salamanca.
Salamanca, 3 de febrero de 1498. Un estudiante es asesinado en extrañas circunstancias y el maestrescuela de la Universidad le encarga al pesquisidor Fernando de Rojas que lo investigue. Para ello este contará con la ayuda de un avispado mozo llamado Lázaro de Tormes. En su aventura, deberán adentrarse en los bajos fondos y en los más diversos lugares de una ciudad donde nada ni nadie es lo que parece, hasta llegar a descubrir los entresijos de unos crímenes que hunden sus raíces en rencores del pasado y amenazan con desatar una guerra. Por su compleja y apasionante trama, desfilan personajes inolvidables, como fray Antonio de Zamora, y figuras históricas, como Isabel la Católica o Lucía de Medrano.
En un turbulento siglo XII, Leola, campesina adolescente, desnuda a un guerrero muerto en un campo de batalla y se viste con sus ropas de hierro, para protegerse bajo un disfraz viril. Así comienza el vertiginoso y emocionante relato de su vida, una peripecia existencial que no es solo la de Leola sino tambien la nuestra, porque esta novela de aventuras con ingredientes fantásticos nos está hablando en realidad del mundo actual y de lo que todos somos.
Tras dedicarse por entero a formar una familia, dejando atrás proyectos profesionales, Emma llega a la madurez de sus cuarenta y ocho años. Sus dos hijos ya se han marchado de casa y la relación con su marido ha perdido el encanto de los primeros años. Cuando su cuerpo de mujer atractiva y sensual muestra los primeros signos de cambio, Emma se angustia y teme perder los atributos de su feminidad. En medio de una vorágine de pensamientos negativos, un hecho fortuito la lleva a entrar en contacto con una realidad ajena a la suya. Allí encuentra una inesperada pasión que cuestiona su apacible rutina y la lleva a descubrir el gozo, la sexualidad y las posibilidades de realización de esta nueva etapa de su vida. El intenso calor de la luna cuenta la historia de Emma, un personaje flaubertiano que se rebela contra el papel que le impone la sociedad a la mujer madura.
Llueve en la taza reúne más de treinta poemas del gran escritor danés Henrik Nordbrandt publicados entre 1969 y 2007.
Como señala Juan Marqués en el prólogo a esta edición: «Si hablamos de intimidad, ficción y talento, entramos ya de lleno en territorio de Henrik Nordbrandt, cuya estatura poética es tan inmensa como discreta: es un talento que no atropella, un talento que llega muy alto sin dejar de hacer sonreír. Uno se siente bien mientras lee a Nordbrandt, se tiene la sensación de estar siendo invitado a participar de un discurso civilizador y pacífico, de una poesía que resulta amable incluso cuando quiere ser dura, de unas palabras justas».