Era la primavera de 1953 y todo invitaba a pensar que lo peor de la posguerra había pasado. En el aeropuerto de Barajas se agolpaba una multitud esperando a la estrella más admirada del momento: Ava Gardner. Llegaba a Madrid después del largo rodaje de Mogambo, a las órdenes de John Ford. Necesitaba encontrarse a sí misma.
Su amigo Howard Hughes le solía decir que fama y amor eran incompatibles y sus tres maridos, Mikey Rooney, Artie Shaw y ahora Frank Sinatra, lo confirmaban. Eran sus tres grandes fracasos. Solo deseaba olvidar.
Una noche se cruza en su camino Luis Miguel Dominguín, el torero del momento. Sus miradas se cruzaron y, en ese momento, supieron que acabarían juntos. Ambos eran famosos, guapos, jóvenes y, sobre todo, apasionados y libres.
Así fue también su historia.
El cierre de Crónicas de la Dragonlance.
La Guerra de la Lanza ya es historia. Las estaciones vienen y se van. Es verano, un verano abrasador como jamás se había visto en Krynn. Afligido por una dolorosa pérdida, el joven mago Palin Majere trata de entrar al Abismo en busca de su tío, el famoso archimalo Raistlin. La Reina Oscura ha encontrado nuevos paladines en los Caballeros de Takhisis, seguidores devotos y leales hasta el fin. Un paladín oscuro, Steel Brightblade, cabalga a lomos de un dragón azul para atacar la Torre del Sumo Sacerdote, la fortaleza que su padre defendiera hasta la muerte.
En una pequeña isla, los misteriosos irdas se apoderan de un antiguo objeto mágico, la Gema Gris, y lo utilizan para garantizar su propia seguridad. Usha, una joven criada por los irdas, llega a Palanthas y dice ser la hija de Raistlin.
Será un verano mortal, quizás el último verano de Ansalon. Llamas ardientes consumen la hierba seca y Caos, padre de los dioses, regresa. El mundo entero puede desaparecer.
Los dos volúmenes de El Ocaso de los Dragones cierran el ciclo iniciado en las Crónicas de la Dragonlance, pero significan también un nuevo comienzo.
Una amenaza malévola se cierne sobre la ciudad de Excelsis. La civilización peligrará en el Reino de las Bestias mientras el pérfido Ortam Vermyre siga vivo. El cazador de brujas Hanniver Toll deberá aventurarse en los mortíferos mares y selvas de la Costa de la Garra para detener a Vermyre antes de que llegue a la legendaria ciudad perdida de Xoantica, pues en sus ruinas abandonadas se halla un objeto de la más negra hechicería capaz de transformar la realidad, el Fragmento de Plata.
¿Podrán Toll y su compañero, un exsoldado de la Guardia Freeguild llamado Armand Callis, capturar a su enemigo a tiempo? ¿O Vermyre burlará la justicia de la orden de Azyr y hará pedazos los Reinos Mortales?
Esta es la novela verdadera de aquellas mujeres comunes de mediados del siglo XX, trabajadoras jóvenes que no tuvieron a quien quisiera relatar sus vidas, preocupaciones y expectativas.
Michèle Audin construye en La señorita Haas una hermosa y potente novela coral con las vidas de trece mujeres, anónimas aunque con un mismo apellido, Haas, y un mismo espacio-tiempo: la Francia que, entre 1934 y 1941, se adentra en la radicalización y el ascenso del fascismo, la Segunda Guerra Mundial y la deportación de judíos a los campos de exterminio. Como ya hiciera en su magistral Una vida breve (Periférica, 2020), Audin se sirve de la memoria y de la crónica veraz combinándolas con una poderosa inventiva formal.
«Sé lo que has hecho». Este mensaje, encontrado en el bolsillo del pantalón de Alaska Sanders, cuyo cadáver apareció el 3 de abril de 1999 al borde del lago de Mount Pleasant, una pequeña localidad de New Hampshire, es la clave de la nueva y apasionante investigación que, once años después de poner entre rejas a sus presuntos culpables, vuelve a reunir al escritor Marcus Goldman y al sargento Perry Gahalowood. En esta Ocasión contarán con la inestimable ayuda de una joven agente de policía, Lauren Donovan, empeñada en resolver la trama de secretos que se esconde tras el caso. A medida que vayan descubriendo quién era realmente Alaska Sanders, irán resurgiendo también los fantasmas del pasado y, entre ellos, especialmente el de Harry Quebert.
Durante los preparativos de una fiesta de Halloween, Joyce Reynolds (una adolescente conocida por su fecunda imaginación y por las mentiras que cuenta habitualmente) explica a todo el mundo que en una ocasión presenció un asesinato. Nadie cree lo que oye y ella se marcha enfurecida. Tras la cena y los juegos, encuentran a la joven ahogada en un barreño lleno de agua y manzanas. Lo que en apariencia podría ser otra de sus historias disparatadas, quizá esta vez sea una terrible verdad que ha acabado con su vida. Ariadne Oliver, una escritora de novelas de misterio que se encontraba en la fiesta, decide viajar a Londres para pedir ayuda al detective Hércules Poirot, que deberá interrogar a todos los invitados para dilucidar quién ha sido capaz de matar a una muchacha inocente.