Con este mensaje inesperado, el pasado vuelve para sacudir la vida de un antiguo agente secreto cuando ya no tiene el escudo de su organización. Participó en la guerra sucia del Estado, convencido de su causa: la defensa de una sociedad democrática y de las víctimas inocentes contra la violencia terrorista. Pero el tiempo ha pasado, no todo salió bien y la justificación es muy lejana, mientras que él ya no puede abandonar el lado oscuro. La críptica comunicación que acaba de recibir lo reclama de nuevo.
Postrado en el hospital, Mazo necesita que su antiguo camarada Púa le ayude en una misión muy personal que él ya no puede asumir. Su hija corre peligro y tiene que alejarla de la vida que lleva y de quienes la rodean, cueste lo que cueste. Sólo alguien como Púa es capaz de llegar hasta el final para lograrlo. La llamada de su amigo lo devuelve a los días en el filo, la memoria de sus actos y las sombras de su propia naturaleza.
Elmer y Rose han creado una familia perfecta entre los enormes cactus de un remoto paisaje desértico, un hogar lleno de amor para sus cinco hijas, todas con nombres de flor: Edelweiss, Iris, Melissa, Dahlia y Daisy.
Pero la inesperada llegada de Rick, un excursionista en busca de refugio, revoluciona a las hermanas. Y cuando Elmer y Rose descubren que el muchacho no es quien dice ser, el enfrentamiento que librarán -una lucha entre la verdad y la mentira, la justicia y el crimen- destapará terribles secretos que cambiarán para siempre la vida de todos ellos.
Viena, 1894. En un sarcófago del Museo de Historia del Arte de la ciudad aparece, momificado, el cuerpo del profesor Alfons Strössner, uno de los mayores egiptólogos del mundo. El inspector Leopold von Herzfeldt será el encargado de un caso sobre el que parece cernirse una terrible maldición: de los cuatro miembros de la última expedición a la Tierra Negra, tres han fallecido en extrañas circunstancias.
Leo llevará al límite los novedosos métodos de investigación del momento para dar con el culpable; sin embargo, cuando las pistas se agoten recurrirá, una vez más, a Augustin Rothmayer, el sepulturero del Cementerio Central de Viena, y junto con Julia Wolf, ahora fotógrafa forense de la policía, se verán envueltos en un fascinante misterio en el que todos los indicios conducen a Egipto.
La joven y hermosa Tessa Quayle es asesinada cerca del lago Turkana, en el norte de Kenia. Su supuesto amante africano y compañero de viaje, un médico al servicio de una ONG, ha desaparecido de la escena del crimen.
Justin, el marido de Tessa, aficionado a la jardinería y diplomático en la embajada británica de Nairobi, emprende una particular odisea en busca de los asesinos de su mujer y sus motivos. Sus indagaciones le llevan al Foreign Office de Londres, a distintos países de Europa, a Canadá, de nuevo a África, a lo más profundo de Sudán del Sur, y, finalmente, al mismo lugar donde Tessa murió. En el camino hallará terror, violencia, conspiraciones y verdades incómodas. Pero su mayor logro será descubrir el extraordinario coraje de Tessa, la mujer a la que apenas tuvo tiempo de amar.
En los albores de un nuevo siglo, en un invierno característico de Filadelfia, nace Alma Whittaker. Su padre, Henry Whittaker, es un explorador botánico audaz y carismático cuya vasta fortuna oculta unos orígenes humildes: comenzó de pilluelo en los jardines Kew de Sir Joseph Banks y de grumete a bordo del Resolution del capitán Cook. La madre de Alma, una estricta holandesa de buena familia, sabe tanto de botánica como cualquier hombre.
Niña independiente, con una sed de conocimientos insaciable, Alma no tarda en adentrarse en el mundo de las plantas y de la ciencia. Sin embargo, a medida que el minucioso estudio de los musgos la acerca más y más a los misterios de la evolución, el hombre al que ama la arrastra en la dirección opuesta: al mundo de lo espiritual, lo divino y lo mágico. Ella es una científica de mente despejada; él es un artista utópico. Pero lo que une a esta pareja es la pasión compartida por el saber: el desesperado deseo de comprender cómo funciona el mundo, de qué están hechos los mecanismos de la vida.
Marlo Morgan no tenía edad ni talante de aventura, pero la realidad se le impuso con la fuerza y el poder que suelen trasmitirnos las grandes experiencias. Así fue como vivió una odisea fascinante: un viaje a pie por el desierto australiano en compañía de una tribu de aborígenes cuyas leyes de convivencia nada tienen en común con las nuestras.
El aprendizaje fue duro, pues a lo largo de esa extraña peregrinación tuvo que desprenderse de sus antiguos hábitos y aprender distintas formas de comer, de caminar y de comunicarse para poder gozar, al fin, de una auténtica comunión con la naturaleza y con esa parte de su cuerpo y su mente que ella misma desconocía.