Once relatos que muerden escritos por las voces más aclamadas de la literatura japonesa contemporánea. Incluye un relato inédito del Premio Nobel Kenzaburō Ōe.
Desde Ryūnosuke Akutagawa, maestro indiscutible del relato breve, al premio nobel Kenzaburo Ōe, desde un iconoclasta como Yasutaka Tsutsui a las novísimas voces de Yukiko Motoya y Yoko Tawada, dos autoras que han revolucionado el panorama literario nipón, y muchos otros autores nos ofrecen su visión incisiva y mordiente sobre la sociedad, la política, el sexo o la muerte. Agárrense a las páginas de los relatos para hacer parapente y disfruten de un descenso tan vertiginoso como sublimador cuya única tragedia tendrá lugar a la hora de cerrar el libro. ¡Guau!
En noviembre de 1914, tras el estallido de la Primera Guerra Mundial, Stefan Zweig anotó en sus Diarios: "He tenido que escribir a Romain Rolland, necesitaba desahogarme con un amigo. Aquí nadie me entiende: carecen de la voluntad firme de ser justos". Y precisamente ese elevado sentido de la justicia, así como su fervorosa defensa del pacifismo y de los ideales humanistas, unió al futuro Nobel francés con su más fiel discípulo austríaco. Ambos se pronunciaron públicamente contra la contienda, denunciando en sus cartas las noticias falsas, el odio entre naciones y el egoísmo de los que guardan silencio.
Ferdia Lennon sigue los pasos de Flann O'Brien y de Virgilio en este canto a las armas y a los hombres que bebe de la tradición narrativa irlandesa y riega la tragedia clásica de comedia actual.
Siracusa, Sicilia, siglo V a. C. En plena guerra del Peloponeso, dos ciudadanos griegos (Gelón, un alfarero en paro y su mejor amigo, Lampo) pasean por la cantera donde los atenienses recién derrotados mueren lentamente de sed e inanición, y ofrecen agua y queso a quienes sean capaces de recitar unos versos de Eurípides. Los atenienses son unos desgraciados, sí, pero… ¿Y lo bien que escriben sus poetas? Para rescatar las grandes tragedias de las garras del olvido, Gelón y Lampo están dispuestos a recurrir al talento de sus enemigos moribundos y a pedir favores en los rincones menos recomendables de Siracusa. Pero producir una obra de teatro no es tan fácil, y pronto su pequeña Odisea rebasará los límites del escenario. Con un doble dominio del momento histórico sobre el que escribe y desde el que escribe, Ferdia Lennon nos brinda una historia disparatada y atemporal que hará reír, llorar y aplaudir con entusiasmo a lectores de todos los gustos, desde Esquilo hasta Nick Hornby.
Las vidas de Gloria Felipe y de Nuria Valencia se entrelazan en torno al robo de una niña pequeña que conmociona a la capital mexicana en la década de 1940. Por medio de una narradora que (en sus propias palabras) «no canta mal las rancheras», somos testigos de la batalla de los Miranda Felipe por recuperar a la menor de sus integrantes y de la crianza angustiosa de los Fernández Valencia para salvar a su propia niña de un peligro potencial que la policía no ha podido frenar y los medios reportan con el tono de un thriller.
Atravesada por diversas imágenes de agua –en forma de lluvia, mar, brisa, estanque o charco– que reflejan el estado anímico de sus personajes, Soñar como sueñan los árboles ofrece una mirada crítica de los mandatos de la maternidad, y muestra también las posibilidades de rebeldía y autodeterminación que abrieron las mujeres del medio siglo para nosotras. El sentido del humor sagaz y punzante de Brenda Lozano hace imposible soltar el libro hasta llegar a sus últimas páginas.
Con la llegada del verano, Zaira deja de lado su faceta de maestra para echar una mano en el chiringuito que su familia regenta en la playa de Benalmádena. Son los meses de más trabajo, pero también de más beneficio para sus primos, con los que mantiene una estrecha relación desde que se quedaron huérfanos.
Sin embargo, una oleada de racismo sacude a esta familia gitana cuando uno de sus miembros es acusado de un grave delito. Con el apoyo de sus parientes y amigos, Zaira tratará de dilucidar la verdad y proteger a quien más quiere de ese odio irracional y descontrolado que los amenaza sin piedad.
El 16 de julio de 1990, Liliana Rivera Garza, mi hermana, fue víctima de un feminicidio. Era una muchacha de 20 años, estudiante de arquitectura. Tenía años tratando de terminar su relación con un novio de la preparatoria que insistía en no dejarla ir. Unas cuantas semanas antes de la tragedia, Liliana por fin tomó una decisión definitiva: en lo más crudo del invierto había descubierto que en ella, como bien lo había dicho Albert Camus, había un invencible verano. Lo dejaría atrás. Empezaría una nueva vida. Haría una maestría y después un doctorado; viajaría a Londres. La decisión de él fue que ella no tendría una vida sin él.
Hace apenas un año decidí abrir las cajas donde depositamos las pertenencias de mi hermana. Su voz atravesó el tiempo y, como la de tantas mujeres desaparecidas y ultrajadas en México, demandó justicia.
El invencible verano de Liliana es una excavación en la vida de una mujer brillante y audaz que careció, como nosotros mismos, como todos los demás, del lenguaje necesario para identificar, denunciar y luchar contra la violencia sexista y el terrorismo de pareja que caracteriza a tantas relaciones patriarcales.