Isabel Allende trae sus poderes mágicos como cuentista a un nivel muy personal y con un encanto peculiar a las entrelazadas y sensuales artes de la comida y el amor. Mezclando recuerdos personales con el folklore del mundo, leyendas históricas, y momentos memorables de la literatura erótica y de otros tipos, Allende enriquece su narración con porciones semejantes de humor y perspicacia.
Combinando un banquete de hechos fascinantes sobre los poderes afrodisíacos de los alimentos y las bebidas, Allende los sirve con convincente admiración y debida irreverencia. Ella ofrece sugerencias, tanto antiguas como modernas, para atraer a un amante, encender el ardor sexual, prolongar el acto sexual, reactivar la decadente virilidad. Metiéndose en el caldero de la historia, ella nos informa sobre los apetitos lascivos de todos, desde el emperador Nerón a Catalina la Grande hasta la notoria Madame du Barry de Francia.
Eliza Sommers es una joven chilena que vive en Valparaíso en 1849, el año en que se descubre oro en California. Su amante, Joaquín Andieta, parte hacia el norte decidido a encontrar fortuna, y ella decide seguirlo. El viaje infernal, escondida en la cala de un velero, y la búsqueda de su amante en una tierra de hombres solos y prostitutas atraídos por la fiebre del oro, transforman a la joven inocente en una mujer fuera de lo común. Eliza recibe ayuda y afecto de Tao Chi'en, un médico chino, quien la conducirá de la mano en un itinerario memorable por los misterios y contradicciones de la condición humana.
Hija de la fortuna es un retrato palpitante de una época marcada por la violencia y la codicia en la cual los protagonistas rescatan el amor, la amistad, la compasión y el valor. En esta su más ambiciosa novela, Isabel Allende presenta un universo fascinante, poblado de entrañables personajes que, como tantos otros de la autora, se quedan para siempre en la memoria y el corazón de los lectores.
Ésta es la historia de una mujer que se enfrentó a su tiempo y a su mundo, pero es también la historia de ese tiempo y de ese mundo: la segunda mitad del siglo XX y las primeras décadas del siglo en el que estamos.
En Justo antes del final la vida de la protagonista, una vida marcada por la invisibilidad, la enfermedad, la locura y las violencias, pero también por la resiliencia, la voluntad, los afectos y el cuidado de sí y de los otros, entra en tensión con algunos de los grandes acontecimientos de la vida pública: la llegada de la píldora anticonceptiva, la invención de la cámara instantánea, el desarrollo de tratamientos para las enfermedades mentales, la carrera espacial y la carrera por la prótesis auditiva perfecta, el descubrimiento de la antimateria, el diagnóstico del espectro Asperger, las investigaciones para alargar la vida, el protocolo de Kioto…
De vuelta al territorio autobiográfico, Emiliano Monge ha conseguido algo que parecía imposible: una novela que es un retrato a la vez que un mural. El retrato de una madre y el mural del mundo en que vivimos.
Simón Hernández, un escritor bogotano con más ínfulas que obra, ha muerto. Y en su viaje por el inframundo se encuentra con siete personajes de todas las épocas y paisajes: una monja tunjana del siglo XVII, un enterrador portugués que presencia la destrucción de Lisboa de 1755, una joven impostora colaboradora de Dumas, un soldado alemán que durante la Primera Guerra Mundial batalla contra su propia violencia, un astronauta trastornado por la experiencia de viajar a la Luna, una rabiosa rockera acechada por la fama de los ochenta y una profesora china que se bate por recuperar la humanidad en el mundo del futuro dominado por las máquinas.
En esta ambiciosa novela, Silva Romero hace un repaso por la historia de la cultura y de la especie humana a través de las empresas delirantes que asumen sus personajes. Son ocho tramas que tienen en común la defensa del individuo ante los yugos y la idea de que la muerte es una suerte de reivindicación si se logra volver a la vida.
Nueva Delhi, invierno, 3 de la madrugada. Un Mercedes que circula a toda velocidad invade la acera, atropellando y matando a cinco personas. Es el vehículo de un millonario, pero al volante solo encuentran a un criado en estado de conmoción, incapaz de explicar cómo o por qué ha cometido este crimen. Y tampoco puede prever el oscuro drama que está a punto de desencadenarse.
Entre mansiones lujosas, negocios depredadores y tramas políticas, tres vidas se entrelazan peligrosamente: Sunny es el rico heredero, un playboy que sueña con eclipsar a su padre; Ajay es su criado y hombre para todo; y Neda es la periodista inquisitiva que se debate entre su ética y sus deseos. Frente a una trama arrolladora alimentada por el placer, la codicia, la violencia y la venganza, estos tres personajes se encuentran atados entre sí por unos lazos que pueden servirles de redención o destruirlos para siempre.
Alguien quiere morir. Ya no es joven, y se pregunta para qué otro día más, por muy privilegiada, divertida y amable que aún sea su vida. Alguien quiere amar. No sabe con certeza si le corresponden, si sus sentimientos serán entendidos, si tiene siquiera derecho a expresarlos. Alguien viaja. Visita ciudades, playas, bares, fiestas exóticas, cabañas al borde del agua donde pasar la noche bebiendo y riendo. Alguien ilustra unos libros preciosos y alguien se ocupa de editarlos. Trabajan sin prisas, con admiración mutua, con cierta sensación decadente de existir en un mundo que desaparece. Alguien ha tenido un grave problema de salud, se levanta despacio, se tienta la ropa y decide aprovechar la segunda oportunidad. Alguien gusta, despierta deseo, está siempre de paso en la vida de los demás, sonríe, paga la cena. Alguien es el mejor amigo y la persona favorita de otro. Alguien quiere morir.
Ray Loriga narra los abismos de estos personajes, y compone una sinfonía sobre la amistad, el amor y el final de la juventud.