«Hay tres cosas que la Rey sabe hacer bien: limpiar, coger y matar. Aprendió tempranamente y ahora es una experta en las habilidades que le salvaron la vida».
Blanca Rosa González tenía trece años cuando la violaron por primera vez. Su padre la había enviado a vivir con la abuela Cándida y su pareja, el Recio, en Ciudad del Este. De su adolescencia se llevó dos cosas: el abuso sistemático y una piedra de obsidiana que conservaba su abuela, una suerte de amuleto mágico que la transportaba a otros mundos.
Una vez instalada en la Villa 31 de la ciudad de Buenos Aires, Blanca empieza su transformación a través de la venta de droga, hasta convertirse en jefa de una banda de narcos paraguayos. Así nace la Rey. Pero las cosas se complican y debe huir a España, donde caerá presa de una red de trata de personas y será obligada a ejercer la prostitución. Allí se verá implicada en una trama violenta que la va a relacionar con el Museo de Ciencias Naturales de Madrid, en el que se conserva un valioso espejo de obsidiana que la ayudará a encontrar las claves de su pasado.
No te imaginas cómo era. Para nosotras, me refiero. Para las mujeres, las esposas.» Tricia es una joven recién casada con un prometedor abogado que trabaja para la Armada estadounidense. Charlene es una entregada ama de casa con tres hijos, tan guapa como intimidante. En el Saigón de 1963, las dos forjan una frágil alianza mientras tratan de compaginar los roles que les han asignado con sus propios deseos y convicciones. Varias décadas después, la hija de Charlene retoma el contacto con Tricia y juntas rememoran esa época crucial de sus vidas: las ansias de maternidad de Tricia y los esfuerzos de Charlene para mejorar las condiciones de los orfanatos en Saigón.
En 2018, la escritora y poeta estadounidense Maggie Smith, casada y madre de dos hijos, descubre que su marido tiene una relación con otra mujer. En cuestión de días, la realidad que había construido durante más de veinte años se derrumba y da paso a un dolor que convertirá, a través de la escritura, en un renovado compromiso consigo misma.
A base de pequeñas viñetas, pieza a pieza, Smith traza una reflexión llena de empatía y humor sobre la desintegración de un matrimonio que es también un ajuste de cuentas con la feminidad contemporánea, los roles tradicionales de género y las dinámicas de poder que persisten incluso en las parejas más modernas. Página a página, estos fragmentos terminan erigiéndose en un interrogatorio a la familia, el trabajo y el amor.
Tan inmensa y desbordante era la personalidad —y el físico— de Jack Burdette que en un momento dado ya no pudo encontrar su lugar en Holt, su pueblo natal. Tras fracasar como jugador de fútbol americano, una serie de acontecimientos le obligaron huir, dejando a la comunidad profundamente disgustada.
Durante casi una década, la sombra de Jack permanece en Holt, alimentando el rencor colectivo. Pero su reaparición inesperada no trae consuelo ni reconciliación. Por el contrario, su regreso despierta una tormenta de emociones que amenaza con romper los frágiles cimientos del pueblo, y su presencia —más poderosa que su prolongada ausencia— desata una catarsis emocional que revela las profundas grietas bajo la superficie de la vida cotidiana.
Louis Waters y Addie Moore llevan gran parte de su vida siendo vecinos en la apacible localidad de Holt, en Colorado. Ambos enviudaron hace años y acaban de franquear las puertas de la vejez, por lo que no han tenido más opción que acostumbrarse a estar solos, sobre todo en las horas más difíciles, despues del anochecer. Pero Addie no está dispuesta a conformarse. De la forma más natural, decide hacer una inesperada visita a su vecino: "Me preguntaba si vendrías a pasar las noches conmigo. Y hablar...". Ante tan sorprendente propuesta, Louis no puede hacer otra cosa que acceder.
Al principio se sienten extraños, pero noche tras noche van conociendose de nuevo: hablan de su juventud y sus matrimonios, de sus esperanzas pasadas y sus miedos presentes, de sus logros y errores. La intimidad entre ambos va creciendo y, a pesar de las habladurías de los vecinos y la incomprensión de sus propios hijos, vislumbran la posibilidad real de pasar juntos el resto de sus días.
Como ocurre con toda la obra de Aurora Venturini, estos cuentos fueron escritos desde las tripas, y también desde un lugar periférico del lenguaje y la literatura. Sus páginas las recorre una galería de personajes extraños y deformes. Porque esa ha sido siempre la manera como Venturini perfila sus historias, abordándolo todo con una mirada extravagante. Aquí desfilan gatos absorbidos por un tornado, niñas que nacen con un bulto negro en el cuello, una maestra que se enamora de un ventrílocuo de circo. Y viejos y mujeres que pegan a sus hijas. Dueña de un estilo excepcional, lírico y sórdido a la vez, Aurora Venturini narra de manera irrefrenable las zonas perversas y macabras del mundo, y atrapa a estos raros personajes antes de que se evaporen. Divididos en dos partes, El marido de mi madrastra y Hadas, brujas y señoritas, estos relatos trasmiten su particular manera de entender la literatura y la vida, dos espacios tomados casi siempre por la oscuridad, pero con algunos fogonazos breves de una luminosidad que hiere.