«Me había jurado no volver a comer tierra y ahora me quema la lengua y me ruge el estómago reclamándola. La tierra está llena de secretos pero no para mí».
Cometierra ha elegido dos cosas: un barrio nuevo y no volver a usar su poder adivinatorio nunca más. Rodeada de desconocidos, va saliendo poco a poco de su encierro y aprende a manejarse en su nuevo entorno, al tiempo que aguarda el nacimiento de su sobrino, hijo de su hermano Walter y de la novia de este, Miseria. Es precisamente esta última quien, al ver en el don de Cometierra un lucrativo potencial económico, la anima a recuperar las visiones que le permitían encontrar a gente desaparecida. Para ello, tendrá que resolver casos recientes y antiguos, desvelar secretos de su historia familiar y poner su vida en las manos de una bruja más poderosa que ella.
«Una novela redonda en la que Reyes vuelve a ofrecernos una prosa visceral y poética, unas imágenes bellas y desgarradoras, una literatura comprometida con la comunidad».
«Una de las voces más personales, controvertidas y exuberantes de la literatura actual en español».
Jurado del Premio FIL de Literatura
Entre ironías, burlas, improperios, maldiciones, blasfemias, este librito sin pretensiones hará reír a muchos e iluminará a montones. Trata modestamente de apresar el cambio frenético que se ha apoderado del mundo. Su autor vive en la Luna y desde allá dispara. Es un francotirador lunático que abre fuego contra el que sea: presidentes, papas, reguetoneros, raperos, médicos... Y con especial delectación contra las reverendas madres, perpetuadoras de la especie, su blanco predilecto. Apunta desde arriba el selenita contra sus soldaditos de plomo, dispara y van cayendo allá abajo unos tras otras. ¡Qué puntería! ¡Qué masacre!
«A un paso de que la humanidad desaparezca por el exceso de gente, el derretimiento de los polos, la crecida de los mares y la gran fiesta nuclear que viene, juzgo oportuno enrostrarle al hombre lo cruel y atropellador que ha sido con los animales y enterarlo de la dicha inmensa que me causa su castigo y próxima desaparición». Eso dice, eso anuncia, oigámosle.
A los treinta años y embarazada de su primera hija, Pauline nunca se ha sacado un carnet de identidad. Cuando por fin lo hace, descubre, tras su nombre de pila, los de tres desconocidos: Jeanne, Jérôme e Ysé. ¿Por qué se los pusieron al nacer? En su familia nunca se habla del pasado o de lo íntimo y, además, está prohibido preguntar. Sin embargo, al dar a luz, un terrible suceso la deja a la deriva y ese espacio en blanco en el que siempre tuvo la sensación de crecer se agranda hasta engullirla. Pauline inicia entonces una obsesiva investigación encaminada a perseguir el rastro de esos tres fantasmas, tras los que quizá pueda hallar la salvación o, al menos, el material necesario para construir su propia identidad. Una búsqueda sin rumbo cierto y al límite de la locura la empuja tras las huellas de una bisabuela enajenada, por las callejuelas tunecinas de Susa y por el París homosexual de los años ochenta, hasta desembocar en los escenarios de una obra de teatro.
A sus cuarenta años, como un road trip, sin más referente que una fotografía vieja, una hija emprende la búsqueda de su padre. Mientras narra la decisión de ir a conocerlo y el viaje que la lleva de Ciudad de México a Michoacán, iremos construyendo, junto a ella, el pasado, los amores, las alegrías, los accidentes, las ausencias. Su vida, entonces, se despliega como el entramado de esta indagación: entre siete hermanos y una madre trabajadora, la protagonista crece y reflexiona no solo sobre su biografía, sino también sobre la historia de un país profundamente dividido.
La cabeza de mi padre es un libro transparente, en el que los lectores acompañaremos el viaje para dar con ese hombre de destino misterioso y, quizá, alcanzaremos a ver destellos de nuestras propias búsquedas. Una historia escrita desde la entraña, desde donde solo se puede transitar el camino hacia el origen.
Una heredera virgen y gélida como el hielo y un dios arrogante que se ha propuesto derretirla...
Rose Calloway pensaba que lo tenía todo bajo control. Hija de un magnate con una empresa multimillonaria, a sus veintitrés años se ha graduado en la Universidad de Princeton, es campeona en multitud de torneos académicos y diseñadora de moda. Sin embargo, la fortuna no siempre le sonríe.
Cuando su marca de ropa está en peligro, recurre a una solución poco convencional para salvarla. Por si eso no fuera lo bastante complicado, accede mantener una relación con su rival académico en la universidad, el dios Connor Cobalt.
A sus veinticuatro años, Connor Cobalt es el azote de los débiles. Seguro de sí mismo y de su inteligencia, Connor jura ayudar a Rose dentro y fuera del dormitorio. Sin embargo, nadie ha conseguido superar el desafío de derretir a la reina del hielo.
Y ahora, encima, viven juntos.
En esta novela hay un viejo quiosquero llamado Borges que elucubra sobre la existencia de Dios y tiene extrañas visiones. En una de esas visiones entrevé a una banda de polacos, siete en concreto —acaso como los siete locos de Roberto Arlt—, que son polacos no porque hayan nacido en ese país, sino porque son rubios y de piel blanca en un país de gente de tez morena.
Los siete polacos son siete chavales que, espoleados por la Yesi —la Polaca llamada también la Colorada porque no es rubia, sino pelirroja y la más blanca de todos—, deciden encontrar un objetivo en la vida: hacer el bien, ayudar al prójimo. Acuden entonces a la iglesia del pueblo y convencen al sacerdote —y este al obispo— para que los apoyen en su misión, y empiezan a ser conocidos como los Wojtyla. Pero este cometido, maquinado por la Yesi, oculta un plan secreto y maquiavélico que pretende vengar el motivo que originó el color de su piel y su condición de polaca.