Cuando Jason despierta, sabe que algo va muy mal. Está en un autobús camino de un campamento para chicos problemáticos. Y le acompañan Piper -una muchacha (bastante guapa, por cierto) que dice que es su novia- y el que parece ser su mejor amigo, Leo... Pero él no recuerda nada: ni quién es ni cómo ha llegado allí. Pocas horas después, los tres descubrirán no solo que son hijos de dioses del Olimpo, sino además que su destino es cumplir una profecía de locos: liberar a Hera, diosa de la furia, de las garras de un enemigo que lleva mucho tiempo planeando su venganza...
Y, mientras, todos nos dan la espalda. Un grupo de magos rebeldes, encabezados por Sarah Jacobi, nos han acusado a Sadie y a mí de haber provocado el caos y de que Set esté en libertad. Juran que acabarán con nosotros... De los dioses, mejor ni hablar: nadie sabe dónde se han metido, y los que quedan, como Ra, el mismísimo dios del sol, solo piensan en chupetear galletas, babear y tararear cancioncillas sin sentido... Nunca hemos estado tan solos y tan desesperados; solo nos queda una última oportunidad: capturar la sombra de Apofis. Se me olvidaba que nadie hasta ahora lo ha conseguido, así que, si sale mal, no estaremos aquí para contarlo.
Yaniris es una niña que llega muy pequeña a España, junto a sus padres y hermano. La familia se apresta para ir de vacaciones a Santo Domingo, y Yaniris se pregunta qué puede llevarles a sus amiguitos de su antigua escuela en Hatillo. En lo que recuerda las flores rojas del flamboyán, los jugosos mangos y el soleado patio de recreo, de pronto le llega la imagen de la biblioteca escolar con los estantes casi vacíos. Ya tiene la solución: antes que caramelos o juguetes, el mejor regalo que puede llevar es UN LIBRO en su MALETA.
—Pero es que la abuela es taaan aburrida... —se quejó Ben. Era una fría tarde de viernes del mes de noviembre, y como de costumbre, iba repantigado en el asiento trasero del coche de sus padres, camino de la casa de la abuela, donde se vería obligado a pasar la noche una vez más—. Todos los viejos lo son.
—No hables así de tu abuela —le regañó su padre con desgana. Su gran barriga se aplastaba contra el volante del pequeño coche marrón.
—Odio quedarme con la abuela —protestó Ben—. ¡Tiene la tele estropeada, solo piensa en jugar al Scrabble y apesta a repollo hervido!
Felipe nunca ayuda en casa, es maleducado, desobediente y, además, ha terminado el curso con malas calificaciones. Espera recibir un buen regaño, pero sus padres ni lo toman en cuenta. ¿Serán extraterrestres? ¿Habrán sido abducidos por ellos? Peor, se han declarado en huelga y no son los únicos: sus amigos también han sido abandonados a su suerte... ¡Padres al poder!
¿A qué juegan los dioses del Olimpo? Gea, la madre Tierra, está despertando a un ejército de monstruos para acabar con la humanidad... y ellos se entretienen mareando a los semidioses, los únicos que pueden derrotar sus perversos planes.
Ahora han mandado a Percy al campamento Júpiter casi sin recuerdos y con la inquietante sensación de que él, el griego, es el enemigo. Por suerte, contará con el apoyo de Hazel, una chica nacida hace más de ochenta años, y de Frank, un muchacho que todavía no sabe muy bien cuáles son sus poderes (ni si los tiene).
Juntos deberán emprender una peligrosa expedición para liberar a Tánatos, el dios de la muerte, de las garras de un gigante...