Estas dos novelas constituyen un importante documento para conocer la vida y costumbres de la España de fines del siglo XVI. En «Rinconete y Cortadillo», Cervantes dirige su mirada a sectores y ambientes marginales de la sociedad, pero lo hace con ironía y humor, y reflejando, con gran naturalidad estilística, el lenguaje popular y marginal. «La ilustre fregona» es un divertido y alegre episodio de la vida de unos jóvenes estudiantes a quienes atrae vivir libre e independientemente.
Estas dos novelas constituyen un importante documento para conocer la vida y costumbres de la España de fines del siglo XVI. En «Rinconete y Cortadillo», Cervantes dirige su mirada a sectores y ambientes marginales de la sociedad, pero lo hace con ironía y humor, y reflejando, con gran naturalidad estilística, el lenguaje popular y marginal. «La ilustre fregona» es un divertido y alegre episodio de la vida de unos jóvenes estudiantes a quienes atrae vivir libre e independientemente.
Como el propio Cervantes dijo, el sentido último de sus Novelas ejemplares se halla en «todas juntas como en cada una de por sí». Este volumen ofrece una selección de cuatro novelas, representativas del conjunto, prologadas y anotadas por los reconocidos cervantistas Antonio Rey Hazas y Florencio Sevilla Arroyo. A través de un estudio detallado de cada obra seleccionada, la edición aporta una visión global de las doce novelas, que se inscriben en un complejo y multiforme entramado de relaciones mutuas (desde puntos de vista temáticos, argumentales, estilísticos, técnicos y estructurales), siempre sin perder la autonomía de cada una. La libertad y ejemplaridad, el carácter experimental, la capacidad para hacer verosímil lo inverosímil, para despertar y mantener la atención del lector son algunos de los elementos que conforman el marco implícito de unión de las Novelas ejemplares. En ellas, Cervantes sometió a renovación todas las formas narrativas existentes, y de su esfuerzo consciente de reflexión, asimilación e innovación creativa nace la novela moderna.
Cuatro novelas imprescindibles de Miguel de Unamuno reunidas en un único volumen. Las cuatro novelas aquí reunidas -Niebla, Abel Sánchez, La tía Tula y San Manuel Bueno, mártir- son consideradas, casi unánimemente, como las más destacables de su autor. Son también, sin duda, las más ampliamente conocidas, y las cuatro sumadas bastan para asegurarle el lugar excéntrico pero inesquivable que ocupa en el irregular panorama de la narrativa española del siglo XX. Pese a que sus protagonistas son, respectivamente, un alma cándida, un penitente, una virgen y un sacerdote, sus destinos carecen, hoy todavía más que en su día, de toda ejemplaridad, como carecen también de ejemplaridad, aunque en otro orden, las estrategias empleadas para narrarlos. Y esta es probablemente la razón que los sigue haciendo portentosos y atractivos.
Este libro recoge los escritos inéditos de la visita de Ford a Estados Unidos entre 1926-1927. La metrópolis cautivó al autor inglés, que trata de explicar esa fascinación a través de anécdotas enlazadas por asociación a un lugar o un encuentro: un cruce de calles, un parque, una cena. Ford observa los cambios que ha sufrido la pequeña y vieja ciudad que había conocido veinte años atrás, esa ciudad en la que se instalan todos cuantos llegan de fuera y de la que se marchan todos los que allí nacen. Nueva York se había convertido en una gran ciudad debido en gran medida a los rascacielos, pero los problemas causados por la superpoblación no restan un ápice al amor que el escritor le tiene a su Gotham, refugio de un grupo variopinto de sajones, normandos, daneses, judíos, hugonotes y trotamundos. La Nueva York de Ford es Manhattan y el Bronx, que en los años 20 se convirtieron en centro artístico del país por la iniciativa y apoyo de sus gentes. Un siglo después de la publicación de esta obra, Nueva York no ha perdido nada de esa capacidad de atrapar al visitante por fugaz que sea la estancia. Leer estas páginas puede ayudar a entender las razones.
El siglo XVI es una época en movimiento incesante, un mundo en transición del que Rabelais (1494-1553) no será testigo mudo ni pasivo. Todo lo contrario: es preciso inscribir su obra –gigantesca– como una de las más importantes y ambiciosas en esa trama de iniciativas dispares en las que la política, la religión, la ciencia, el arte, la técnica, el derecho, la literatura... se dan la mano. Obra singular por sus múltiples registros, obra única por sus incontables niveles: todos los ámbitos de lo real y de lo imaginario, todos los peldaños de la escala que va de lo más bajo a lo más sublime, tienen su lugar en esa obra voraz de uno de los más grandes escritores de la literatura universal. Nunca en el pasado, nunca en su futuro, una obra tuvo tal capacidad de ingestión y digestión de materiales tan diversos. Metabolismo desmesurado, excesivo –aunque también educado y exquisito– como el de los gigantes que la habitan.
Oliver Twist, publicada por entregas en 1837, consolidó la fama de Charles Dickens y es, sin duda, una de sus novelas más conocidas. Con ella se proponía demostrar que se podía «servir a la moral» mediante una historia con «personajes elegidos entre lo más criminal y degradado de la población de Londres», y donde sin embargo sobrevivieran la candidez y la fragilidad.