Incómodo y problemático, Léon Bloy fue uno de los escritores católicos más controvertidos de su tiempo. El profesor Pierre Glaudes atribuye su sensación de extrañamiento a tres razones fundamentales: su ultra-catolicismo en una época que se estaba descristianizando; la complejidad de su lenguaje y el empleo de un vocabulario muy particular; la propensión a convertir arcaísmos latinos en neologismos franceses, derivada de su conocimiento del latín y, en particular, de la Vulgata de san Gerónimo. Estas dificultades no impidieron que se ganase la admiración y el reconocimiento de algunos seguidores. Mi diario revela la sensación de extrañeza que embarga a quien se empeña en vivir conforme al principio de ejemplaridad religiosa. Léon Bloy (Périgueux, 1846-Bourg-la-Reine, París, 1917) fue el segundo hijo de una familia pequeñoburguesa. A los dieciocho años se trasladó a París para dedicarse al arte y a la literatura. La amistad con Barbey d’Aurevilly le acercó al catolicismo, pasando así de un anticlericalismo furibundo a un catolicismo intransigente. Durante una estancia en el Santuario de La Salette, conoció al abad Tardif, que lo introdujo en el estudio de la simbología bíblica. En 1889 se casó con Jeanne Molbech, lo que le proporcionaría la serenidad que necesitaba para publicar sus escritos.
Autobiografía que no realiza una exposición lineal de sucesos personales, sino que salta continuamente de la anécdota o del hecho al plano de la reflexión más general, "Mirada retrospectiva" nos aproxima a una de las épocas más atractivas y de mayor creatividad y esplendor de la cultura centroeuropea, teniendo en cuenta que Lou Andreas-Salomé (1861-1937) conoció, intimó y colaboró con algunos de los intelectuales más representativos de la misma, como Nietzsche, Tolstói, Frieda y Margarethe von Bülow, Rilke o Freud, entre otros. Apasionantes e inspiradoras, sus páginas dan cuenta de una vida comprometida, heterodoxa y original para los patrones convencionales y morales de su tiempo, anticipadora del movimiento de liberación de la mujer. Catalogada, con justicia, como la primera mujer moderna, figuras como Anaïs Nin o Simone de Beauvoir tuvieron a Lou Andreas-Salomé como ejemplo de integridad, plenitud y valentía.
<> es una de las primeras frases más recordadas en la historia de la literatura. Así comienza Moby Dick, la gran obra maestra de Herman Melville, viajero incansable que se inició en la literatura narrando sus aventuras por los mares del Sur. El epico duelo entre la ballena blanca y el capitán Ahab simboliza la eterna lucha entre el bien y el mal y constituye el ejemplo más logrado de algo que muchos otros autores estadounidenses han perseguido desde entonces: la Gran Novela Americana.
Los mejores libros jamás escritos.
A través de este clásico, Melville logra convertir la historia de la caza de un cachalote en toda una metáfora sobre la condición humana y sus conflictos.
Moby Dick, la novela que William Faulkner hubiera querido escribir, va siempre acompañada del reconocimiento y el elogio que merece toda construcción narrativa impecable. La lucha del capitán Ahab, su terrible obsesión y la mítica persecución de la enorme ballena ha traspasado fronteras, consiguiendo así la indiscutible categoría de obra maestra de la literatura universal.
Esta edición cuenta con la introducción del especialista y director del Departamento de Estudios Americanos, Andrew Delbanco, autor de Melville (2005), la biografía de referencia del autor de Moby Dick. Asimismo, incorpora una serie de ilustraciones tales como el mapa de la travesía, un plano del ballenero Pequod y otras curiosidades que enriquecen la experiencia de la lectura y proyectan la imaginación del lector.
Lanzada de nuevo a la popularidad por la versión cinematográfica que de la obra hiciera en 1993 el actor y director Kenneth Branagh, "Mucho ruido y pocas nueces", compuesta en 1598, fue ya en su día una de las comedias más celebradas de William Shakespeare (1574-1616). Situada en su mayor parte en un amable marco de jardines, aposentos y fiestas cortesanas, la obra gira principalmente en torno a dos fuertes personajes enfrentados, Benedicto de Padua y Beatriz, adversarios irreconciliables y ambos tan ingeniosos, mordaces y sarcásticos como desdeñosos del amor. A lomos de una trama animada por los equívocos, las traiciones y los imprevistos, los enemigos jurados acaban sin embargo, para su propia sorpresa, en aquel lugar a donde se prometieron nunca ir a parar y, lo que es más, en la compañía para ellos más insospechada.
Desde su publicación en 1868-1869, Mujercitas, posiblemente el clásico juvenil más entrañable de la literatura norteamericana, ha ido pasando de madres a hijas durante generaciones. Ha sido traducido a más de cincuenta idiomas e inspirado seis películas, cuatro producciones televisivas, un musical de Broadway, una ópera y una serie web. Esta lujosa edición a todo color ofrece más de 220 ilustraciones especialmente seleccionadas entre las que figuran imágenes de los filmes, impresionantes láminas de Norman Rockwell y dibujos emblemáticos de ilustradores de historias para jóvenes como Alice Barber Stevens, Frank T. Merrill y Jessie Wilcox Smith.
El afamado estudioso de la vida y obra de la autora de Mujercitas John Matteson aporta en este libro sus conocimientos sobre la novela, la familia March nacida en sus páginas y la familia Alcott que inspiró tanto la una como la otra. Por medio de las numerosas fotografías tomadas en la casa de los Alcott expresamente para esta edición ?del vestido de boda de Anna, la hermana mayor; del vestuario para las representaciones teatrales de la familia; de los dibujos de May, la hermana menor; del libro de recetas de la Sra. Alcott, etc.? los lectores descubrirán los asombrosos vínculos que existen entre la realidad y la ficción.