Estamos ante uno de los primeros novelistas de la historia y uno de los más destacados narradores de todos los tiempos. A Daniel Defoe, autor de la obra maestra Robinson Crusoe, se le atribuyen en total más de 540 títulos, donde se incluyen poemas satíricos, panfletos políticos y religiosos, ensayos y todo tipo de creaciones. Cabe destacar, dentro de toda esta amplísima producción, sus extraordinarios cuentos sobre materias tan variadas como la intriga, los fantasmas, el misterio, espectros y seres de ultratumba, los piratas, sus aventuras y los mares donde estas se desarrollan..., así como su capacidad para crear un fino y delicado trasfondo de crítica social en todas sus historias, concibiendo así unos textos que, por una parte, se disfrutan y, por otra, nos hacen reflexionar sobre el mundo en el cual vivimos.
Jean Valjean, un exconvicto al que encerraron durante veinte años por robar un pedazo de pan, se convierte en un hombre ejemplar que lucha contra la miseria y la injusticia y que empeña su vida en cuidar a la hija de una mujer que ha debido prostituirse para salvar a la niña. Así, Jean Valjean se ve obligado a cambiar varias veces de nombres, es apresado, se fuga y reaparece. Al mismo tiempo, debe eludir al comisario Javert, un policía inflexible que lo persigue convencido de que tiene cuentas pendientes con la justicia. El enfrentamiento entre ambos se produce durante las revueltas de 1832 en París, donde, en las barricadas, un grupo de jóvenes idealistas planta cara al ejército en defensa de la libertad. Y, entre todo ello, historias de amor, de sacrificio, de redención, de amistad,…
En un maravilloso ejercicio estilístico, Victor Hugo nos expone sus más profundas reflexiones filosóficas, políticas y sociales. Los Miserables se hace eco del grito ahogado y desesperado de los desheredados sociales; es la luz tenue y la tiniebla, es la visión de lo que agoniza y se desangra y que pide y dota al mismo tiempo de una solución social y redentora.
Julián es un joven sacerdote que abandona su Santiago natal para ejercer de capellán en los Pazos de Ulloa. Allí encuentra un mundo primi-tivo y brutal, muy alejado de sus expectativas. La de los Ulloa es una casa en decadencia, donde reinan la lujuria y la deslealtad. Guiado por su ingenuidad, Julián se propondrá devolver los Pazos a la vida noble y cristiana, una iniciativa que tendrá consecuencias inesperadas. Emilia Pardo Bazán escribió Los Pazos de Ulloa cuando ya era una autora consagrada y en ella ensayó el naturalismo por el que abogaba. Un magnífico estudio de ambientes y personajes que hizo de esta la obra cumbre de la gran dama de las letras españolas.
Entre 1932 y 1935, en plena Depresión, Tennesse Williams trabajó en las oficinas de la International Shoe Company, en su sede de Saint Louis, donde su padre, que le había obligado a dejar la universidad, era jefe de ventas. Fue un período triste y opresivo en el que, a escondidas, escribía cuentos y poemas, como se refleja en «Escalera a la azotea» (cuyo primer título fue «Episodios de la vida de un oficinista»), incluido en esta recopilación que ilustra los primeros pasos de sus ambiciones literarias y del universo característico que construyó. Las derivas de la vejez –hacia la demencia o la paz interior– y de la adolescencia –en sus primeros amores y experiencias sexuales– están muy presentes en estas primeras piezas, así como la violencia grotesca típica del llamado «gótico sureño». Sin embargo, entre la locura extremosa, las fantasías criminales y el suicidio, asoma una visión compasiva de la intimidad y de los sueños enterrados de una serie de personajes vencidos por un ambiente hostil o por sus propias emociones, que no consiguen identificar. Los perros oruga y otros cuentos de juventud es un buen adelanto de todo lo que sería Tennesse Williams tan solo unos pocos años después y de todo lo que le haría universalmente conocido.
Esquilo (h. 525-456 a. C.) es el autor más antiguo del que conservamos tragedias completas. Nacido en Eleusis, en el Çtica, escribió algo más de ochenta tragedias, de las cuales tan solo se han conservado siete. Fue tambien soldado en una epoca difícil en la que Atenas vivía bajo la amenaza de la invasión persa, y participó en algunos de los combates determinantes de las Guerras Medicas. Precisamente, Los persas pone en escena una de las celebres batallas en la que participó el propio poeta trágico: la de Salamina. Alejada de elementos mitológicos y de la tradición heroica helenica, el ardiente patriotismo que respira la obra no impide que Esquilo adopte cierta moderación.