La conversación es un arte efímero y privado; quizá el más selecto de todos, ya que son muy pocos los elegidos que tienen la fortuna de escuchar y participar en cualquiera de sus mejores representaciones. Casi todos los que tuvieron el privilegio de conocer a Oscar Wilde coinciden en que era un conversador incomparable. Un aspecto esencial de su lúcida y amena conversación se preserva en los incontables e ingeniosos epigramas que brillan a lo largo de toda su obra; su secreto consiste en que, siendo al mismo tiempo ciertos y falsos, siempre amplían nuestra visión de la vida.
En el arte de la prudencia Baltasar Gracián recurre al aforismo, pero innovando en su singularidad, y sobre todo en su retorcida, sinuosa, a veces tortuosa, brevedad. Gracián nos presenta todo un sistema de pensamiento, una amplia relación de preceptos y criterios prácticos de conducta para prosperar en el arriesgado entorno social de su época, el siglo XVII, siempre encauzados al éxito personal; y totalmente válidos en nuestros días. Se trata de sobrevivir en un mundo hostil; para triunfar son necesarias las relaciones; por tanto, hay que saber fingir y a la vez, adivinar las maniobras del prójimo.
Baltasar Gracián reúne en esta obra 300 aforismos e ideas sobre la conducta humana presentes en sus obras, a las que añade comentarios explicativos no menos valiosos.
El autor, conocido por su conceptismo propenso a juegos de palabras y sentidos, tiende a sintetizar y «oscurecer», pues está convencido de que así el lector aprovechará más su mensaje.
Esto, que puede convertir en difíciles algunos textos, les concede, al mismo tiempo, una belleza poco común y les permite conservar su vigencia y utilidad práctica. Hasta tal punto, que desde la década de los noventa este libro es un éxito de ventas en muchos países, en donde se presenta como manual de instrucciones y consejero «sobre cómo llevar una vida de éxito, pero responsable, en una sociedad gobernada por el egoísmo».
«Lo bueno, si breve, dos veces bueno.»
El regreso a la naturaleza y su preservación no es una obsesión ni una necesidad actual, sino que corre en paralelo a la historia de la humanidad y cobra especial fuerza durante el ilustrado Siglo de las Luces y su sucesor, el industrializado siglo XIX, que verá crecer de modo exponencial la población y la tecnología, con la consecuente explotación exhaustiva de materias primas que agota la tierra. Hoy seguimos sufriendo los males que todo esto acarrea, y no parece que haya voluntad de aplicar la medicina que nos sane.
Esta antología, cuyos relatos fueron publicados entre 1830 y 1903, no se ocupa de la naturaleza arcádica de los grecolatinos, ni del jardín del edén de los escritores medievales y renacentistas, ni del paisajismo Barroco, sino de la naturaleza que nos atraviesa como «las corrientes del Ser Universal». Se ocupa, pues, del movimiento que promovieron los transcendentalistas, y del contagio de sus ideas en contemporáneos y sucesores; un contagio que dará lugar a un nuevo género e incluso a una novedosa manera de contar, propio de la literatura estadounidense, que llega hasta nuestros días.
El burlador de Sevilla significa la irrupción en la literatura de uno de sus grandes mitos, el de don Juan, el aristócrata amoral y cínico que seduce mujeres por el mero hecho de conquistarlas. De todas las versiones, la de Tirso es la más despiadada: ostenta que el mayor "gusto que en mí puede haber / es burlar a una mujer / y dejarla sin honor", con lo que a la ofensa une la crueldad, el desprecio de las leyes divinas y humanas e incluso el mofarse de la otra vida.
Compuesto entre 1170 y 1181, paralelamente a "El Caballero de la Carreta" -publicado también en esta colección-, "El Caballero del León" narra las aventuras de Yvain, hijo de Urien, incorporando así al personaje a la extensa galería de las obras en prosa y en verso que forman la "materia de Bretaña". El elemento maravilloso procedente de las leyendas celtas que configura alguna de las aventuras principales (como la Aventura de la Fuente) se entrelaza con motivos de la Antigüedad clásica (como el del león agradecido) en una serie de episodios concatenados con una destreza que convierte a Chrétien de Troyes (ca. 1135-1190) en uno de los precursores de la novela moderna. Introducción y traducción de Isabel de Riquer
Compuesto entre 1170 y 1181, paralelamente a "El Caballero de la Carreta" -publicado también en esta colección-, "El Caballero del León" narra las aventuras de Yvain, hijo de Urien, incorporando así al personaje a la extensa galería de las obras en prosa y en verso que forman la "materia de Bretaña". El elemento maravilloso procedente de las leyendas celtas que configura alguna de las aventuras principales (como la Aventura de la Fuente) se entrelaza con motivos de la Antigüedad clásica (como el del león agradecido) en una serie de episodios concatenados con una destreza que convierte a Chrétien de Troyes (ca. 1135-1190) en uno de los precursores de la novela moderna.
«—Ay, padre querido —exclamó María al fin—, ¿a quién le pertenece ese encantador hombrecito que está junto al árbol? —Ese caballero estará al servicio de todos ustedes, querida hija. Con sus dientes es capaz de romper las nueces más rígidas.
Aquel sofisticado hombrecito pertenecía a la familia de los Cascanueces y ejercía la misma profesión de sus ancestros.
—Puesto que el amigo Cascanueces ha elegido ser tu favorito, lo dejaré bajo tu custodia y cuidado.
De inmediato, María lo tomó entre sus brazos».
En enero de 1909, una estafa realizada por un tal Henri Lemoine contra la compañía De Beers dedicada a la explotación de minas de diamantes acabó adquiriendo notoriedad mundial.
Marcel Proust, cuyo estilo ya se estaba perfilando en los primeros esbozos de la Busca del tiempo perdido, tomó este caso para describirlo a la manera de Balzac, Flaubert, Renan, Michelet o Saint-Simon, recurriendo, con ello, “a plena conciencia, a la parodia”, con la idea de evitar “malgastar el resto de nuestras vidas escribiendo parodias involuntarias”, o leyéndolas.
Obra monumental donde las haya, El conde de Montecristo es la cumbre narrativa de Alexandre Dumas, así como el ejemplo mejor logrado del folletín literario gracias a una compleja trama llena de giros argumentales siempre sorprendentes.
Carismático y camaleónico, Edmond Dantès simboliza como nadie los cambios que vivió Francia durante la primera mitad del siglo XIX. Su descenso a los infiernos y su posterior resurgimiento nos deparan la historia definitiva sobre la sed de venganza y justicia. Pero este clásico atemporal va mucho más allá. En sus páginas vemos un poderoso canto a la lealtad y a la perseverancia, el retrato de un proceso irrepetible de aprendizaje y de superación personal, a la par que una de las novelas más influyentes en la cultura popular contemporánea.