Escalera interior es el murmullo de los patios de luces que recogen olores de guisos, ruidos de cacharros y cucharones, risas, confidencias susurradas a media voz, buenos días y buenas noches que se intercambian en el rellano; es el murmullo que recoge nuestra rutina, la de la gente de a pie, en esas realidades pequeñas que son las que esconden las grandes historias. Las que, durante años, Almudena Grandes imaginó y regaló a sus lectores en El País Semanal, donde, cada quince días, a veces como narraciones, otras como escenas, y otras más como crónicas, levantaba personajes, vidas que merecían ser contadas.
«Cerrar un círculo, otro círculo. De eso se trataba, ¿no?, de cerrar círculos».
Un escritor que curiosamente responde al nombre de Juan José Millás recibe el encargo del periódico en el que colabora para escribir el que, cree, puede ser su último reportaje. Por ello debe pensar con cuidado el tema que sirva de broche de oro a toda una carrera. La búsqueda del reportaje perfecto despierta en su interior el recuerdo de un episodio de su pasado, envuelto en la niebla entre la realidad y lo imaginado, que lo sitúa frente a una parte de su vida olvidada en el devenir de los años. ¿Qué ocurrió con el director de la sucursal del Banco Hispano Americano al que fue a visitar una mañana de su infancia junto a su madre? ¿Y con su amigo de la universidad, Alberto?
Juan José Millás aborda en esta historia, pertida y honda al tiempo, el misterio de la identidad, los límites de la ficción y el poder de la literatura para dar forma a lo real. Ese imbécil va a escribir una novela supone un salto mortal de Millás como narrador, que juega con el lector en estas páginas como un ilusionista, un mago de la palabra, un deslumbrante prestidigitador.
Con el nombre de Leonardo a cuestas y una estética andrógina, la protagonista llega a Tijuana, estafada por un grupo de tratantes. Bautizada como Mónica y cobijada por Rosy, una especie de madre adoptiva, se siente plena y aprende los trucos del que será su mundo: un lugar lleno de traiciones, felicidad, euforia y adicciones. Un par de años después, Mónica pasará de la seguridad de los hoteles y posadas a la hostilidad de la calle y de la Jungla, el lugar más sórdido y desconocido de Tijuana. Con la cuerpa reseca y la voz de su madre en mente, consigue lamerse las heridas y volver a casa. El regreso será un viacrucis y la llegada una bendición. También, será el verdadero inicio.
Esta cuerpa mía es una novela honesta y desparpajada, llena de humor y de música, de amor y sororidad, pero con espacio para el dolor y el odio. Está llena de drogas, peligro e hipocresías; de inyecciones de aceite, lentejuelas y tacones altos; de sexo en las esquinas, hoteles y espacios virtuales. Uri Bleier escribe una novela que huele a calle, sabe a playa y suena a cumbia; una historia que su personaje monta a galope con toda su fiereza y ternura.
Dos de las novelas más importantes de Jane Austen reunidas en una magnífica edición estuche.
Orgullo y prejuicio
Con su amable ironía, sus diálogos chispeantes, su desenlace romántico y sus enérgicas heroínas, Orgullo y prejuicio es la novela más popular de Jane Austen. La historia de amor de Elizabeth Bennet y Fitzwilliam Darcy, que primero se rechazan, luego se desafían y al cabo se cautivan el uno al otro, es también una novela sobre la búsqueda de la felicidad y la afirmación de la identidad en un mundo de estrictas normas sociales, donde una mujer tiene que casarse bien para salir adelante.
Sentido y sensibilidad
En Sentido y sensibilidad, Jane Austen explora con sutileza e ironía las opciones de la mujer en una sociedad rígida, donde el éxito o el fracaso dependen de la elección del marido. La historia se centra en dos hermanas, Elinor y Marianne, cuyas personalidades antagónicas ejemplifican dos posibles respuestas femeninas ante la hipocresía dominante: el «sentido común» y la «sensibilidad». Sin embargo, tanto un camino como el otro entrañan sus peligros.
Comprender, comprender enteramente su propio corazón»: este podría ser el lema de las heroínas de Jane Austen, que lo aprenden en un intenso proceso condicionado por las circunstancias sociales y por los equívocos derivados de la noción de amor romántico. Casi todas ellas se equivocan, pero por primera vez en la historia de la literatura la equivocación -que da pie a tanto a situaciones cómicas como dramáticas- se ve como un derecho, hasta ahora reservado a los hombres, en el curso del aprendizaje de la vida. Con Jane Austen las jóvenes tienen, también por primera vez, el derecho a una segunda oportunidad.
La poeta y cineasta iraní Forugh Farrojzad fue una figura muy controvertida en su época. Encarnó el espíritu de rebelión contra una sociedad, la iraní, que detrás de una aparente occidentalización seguía profundamente ligada a los dictámenes religiosos y morales de una rígida cultura patriarcal. Cinco décadas después de su trágica muerte a la edad de 32 años sigue siendo la voz más importante y revolucionaria de la literatura persa. Su obra es el testimonio de una mujer apasionada que vive en un país lleno de contradicciones, el Irán de los años 50 y 60 con el sah y la dolce vita persa, muy distinto a la teocracia que se instauraría después de la revolución islámica de 1979. Sus versos anuncian el nacimiento de una nueva mujer sin tapujos que se enfrenta a los crueles juicios morales y religiosos de la sociedad en la que vive.
Los ocho relatos que componen Extinción forman un universo surrealista en el que conviven la realidad más prosaica con delirantes espirales de la conciencia humana.
En «El alma no es una forja» las fantasías que un niño imagina mientras su profesor cae en un delirio homicida le sirven para hablar de la angustiosa soledad de su padre. «Extinción» nos presenta a un matrimonio que visita una clínica del sueño para tratar los ronquidos del marido, en lo que resultará ser un doloroso retrato del desamor. «El canal del sufrimiento» explica los inimaginables prodigios anatómicos que permiten a un escultor crear cotizadas miniaturas, reflejando el absurdo y la profundidad de la creatividad artística.
Los personajes de Falsa guerra son náufragos en tierra firme, varados en zona de nadie. Algunos quieren marcharse de Cuba y no pueden, otros se fueron y nunca acabaron de llegar del todo. Viven en una especie de limbo, en un impasse perpetuo entre la realidad y el deseo, entre el pasado y el futuro, entre el país de origen y el de destino, a la espera de una promesa, una confirmación o, simple y llanamente, una tregua. Algo que les siga recordando que la vida es posible. ¿Qué diferencia hay entre un inmigrante, un exiliado y un refugiado? Abocados al caos, a la angustia o al hastío, los desplazados perennes son asediados por un mundo que a cada paso –en ese simulacro de avance hacia el espejismo de la sociedad de consumo– les recuerda que no existe un lugar para ellos. En esta novela coral, los personajes parecen moverse con desparpajo nómada entre Cuba, Estados Unidos, México, Francia o Alemania, si bien todos ellos se hallan paralizados, inmersos en una falsa guerra que se libra en virtud de ninguna verdadera pasión, de ninguna auténtica idea.
Buenos Aires, finales de los años setenta. Dos adolescentes apasionados por los Beatles viajan a las afueras de la ciudad, rumbo a un concesionario de la Mercedes, en busca del gran mito de la Fórmula 1: Juan Manuel Fangio, el Chueco. Ese día cambiará por siempre sus vidas. Desenfadada crónica personal, genial autobiografía fragmentaria, Faster es un compendio de brevísimos episodios en los que Fangio y los Beatles (George Harrison, sobre todo) cumplen el rol de detonadores y el «recuerdo» se coloca en el centro de la diana. Siguiendo la estela de Perec, Eduardo Berti se entrega a un minucioso ejercicio de memoria que lo lleva a hablar sobre la velocidad de las carreras y de la vida (la velocidad a la que el mismísimo Harrison dedica su canción «Faster»), sobre la amistad y la idolatría, además de retratar con emoción y fineza aquel momento en el que elegimos un destino que no es exactamente el mismo que habían previsto o deseado nuestros padres. Con esa lentitud ideal que, según Fangio, equivale a la mejor velocidad, Eduardo Berti despliega una red de recuerdos, profundos y falsamente desordenados, para forjar un relato lleno de frescura y nostalgia sobre el paso de la niñez a la vida adulta.
Fiskadoro tiene catorce años y vive en los Cayos de Florida, en una comunidad de supervivientes del desastre nuclear que ha destruido el mundo. Durante el día ayuda a sus padres con la pesca en alta mar, aunque su verdadera aspiración es aprender a tocar el clarinete. Para lograrlo recurrirá a mister Cheung, manager de la Orquesta Sinfónica y viejo albacea de la cultura humana, que será su maestro y guía a través de las ruinas de la civilización y que además convive con su madre, una anciana obstinada en rememorar una y otra vez la caída de Saigón. En medio de este clima a un tiempo hostil y familiar, Fiskadoro deberá sobreponerse a las otras lecciones que conlleva crecer: saber despedirse cuando ya no queda nada y reponerse cuando queda todo por hacer.
Fiskadoro es una novela de formación atípica: la historia de un adolescente que vive en un mundo que ha regresado bruscamente a su adolescencia. Una distopía sobre cómo salvar los restos del pasado y reconstruir su cultura en un mañana peligrosamente cercano al nuestro, contada por uno de los escritores estadounidenses más extraordinarios de las últimas décadas.