Alain y Camille, amigos desde la infancia, contraen matrimonio con el beneplácito de sus familias. Alain está satisfecho con la unión, cuyo principal atractivo reside en la belleza idealizada de la esposa prudente y pasiva. Pero la vida en común con la Camille de carne y hueso le revelará que la imagen que tenía de ella contrasta inevitablemente con su exuberancia real. El descubrimiento de esta íntima desavenencia lo dejará a merced de otros anhelos, simbolizados por la gata Saha, sublime quimera que dominará la vida de Alain y se convertirá para Camille en una temible rival... Una novela tan sutil como mordaz en que Colette subvierte los tópicos del triángulo amoroso para indagar en las servidumbres de la devoción y en el conflicto entre fantasía y experiencia.
Una antología personal que abarca el conjunto de su obra y privilegia los poemas de tono más filosófico, meditativo y culturalista. Se incluyen seis poemas traducidos específicamente para esta edición tres de ellos de su libro póstumo, entre los que destacan dos importantes poemas extensos: «Enamorado de Palestina» y «Sirhán se toma un café en el bar».
Una pequeña fiesta llamada Eternidad habla de un mundo que se acaba, pero no todavía: del pasado que nos encauza hacia el futuro, de la noche —con su día— y de la revolución. En estos poemas se baila como bailan los cuerpos al sonar el amor y el deseo, las utopías y las decepciones, la rabia y la esperanza; también las ficciones que «nos ayudan a soportar la vida» frente a la misma vida que no sabemos si decir o no. De fondo se oyen los versos de Sylvia Plath, de Anne Sexton, acaso el golpe beat, tan altos y salvajes los de Carmen Ollé.
En esta celebración inagotable se ama y se promete todo, incluso la salvación. Desde la escritura, y desde el sexo, y desde la insurgencia: en Una pequeña fiesta llamada Eternidad hay fuego y purpurina. La primera persona se conjuga singular y se comprende plural, colectiva. Un libro en el que Gabriela Wiener se asoma hacia la eternidad que sigue a la derrota, y nos lo cuenta aún más personal, aún más político.
Se llamaba Sheindla-Sura Leibova Salomoshak-Bluwstein, aunque la historia la recuerda por su apodo: «Soñka, manos de oro». Había nacido en Varsovia en 1846, y a finales del siglo xix se convirtió en una leyenda por sus ingeniosas maneras de estafar. Ocupó las portadas de los diarios más leídos de la época: la llamaban «Diablo con falda», «La versión femenina de Robin Hood» o «La zarina del crimen». Engañaba y robaba a los hombres ricos en los hoteles de Odesa, Moscú y San Petersburgo, en las joyerías y en los trenes. La atraparon en 1888, y cumplió condena en la isla de Sajalín. Se decía que quien entraba allí jamás regresaba: así ocurriría con Soñka, que murió en prisión en 1902.
Pero antes hubo un juicio. Un juicio polémico y popularísimo en su tiempo, cuando Soñka —manos de oro— evocó la historia de su vida: una memoria bien diferente a aquella que la prensa había divulgado sobre ella.
Este es un texto sagrado. Este libro contiene poemas de magia y ceremonias —conjuros y cantos—, y también otros que se sirven del símbolo y la intuición para ofrecer un relato distinto de lo que nos precedió. Aquella otra realidad que quizá se conozca pero aún no ha quedado por escrito, que se intuye existente pero todavía por crear. Poemas desde una tradición que nos habla sobre la posibilidad de la ternura y la vulnerabilidad, y que nos brinda un mensaje dicho tanto con las palabras como con el cuerpo. Esa tradición a la que pertenece Conjuros y cantos apela a la expresión del deseo lesbiano, a la historia —en su profundidad del pasado, en su voluntad del relato— del amor entre mujeres, a los encuentros y las conexiones entre lo pagano y lo sagrado, a un espacio colectivo de vivencia y placer.
Sara Torres abrió con Conjuros y cantos un ciclo de escritura que después completaría con Phantasmagoria y El ritual del baño, ambos publicados por La Bella Varsovia; esta edición revisada por la autora ofrece una versión —y una visión— definitiva de esta obra, que ella considera «la más arriesgada y la más segura de sí». Un libro con el que afirmó el nacimiento de un mundo propio, desarrollado también en su obra narrativa: el de Sara Torres, cuyo lenguaje hipnótico y performativo se busca en su genealogía, alumbra —arte de magia— su propio canon.
¿Qué significa Dios? ¿Qué relación tiene con el lenguaje? A lo largo de estas páginas descubrimos las claves de su pensamiento y escritura, y, junto a las reflexiones de filósofos y escritores que le han influenciado, nos vuelve partícipes del misterio de la vida, la fe y el arte.
En el invierno de 1990, fracasado su proyecto para una película sobre Rossini, Robert Altman abandona Italia. Pide algo para leer en el avión, su secretaria le da varios libros de Raymond Carver y, cuando llega a los Estados Unidos, Altman tiene la certeza de que allí hay otra película. Absolutamente fiel al estilo (a una visión de América, de unos tiempos y de una manera de vivir) y libre con respecto a la letra, las formas, los personajes, Altman dialoga con Carver, entrelaza y combina historias, mueve las figuras de un relato a otro, estructurando, a su manera, la novela que Carver escribiera con sus cuentos.
En 1996, Allen Ginsberg tenía setenta años, se encontraba muy delicado de salud y le quedaba apenas un año de vida. Impulsado quizá por la urgencia de cantar unas últimas verdades, y a pesar de sus escasas apariciones públicas durante aquel período, el poeta beat se lanzó a un gran proyecto final: el de musicar, en colaboración con Paul McCartney y Philip Glass, una colección de pequeños poemas que acababa de publicar en la revista The Nation: se trataba de la Balada de los esqueletos.
Inspirados en la festividad mexicana del Día de los Muertos, estos esqueletos universales reproducen y padecen los males de nuestra sociedad, ejercen y a la vez sufren el poder, dejándose el cuerpo en ello. Entre todos conforman la danza macabra del sistema de agotamiento, explotación y destrucción en que vivimos. Sus versos, tan radicales como divertidos, azote de la moral estadounidense, mantienen hoy su feroz condición de sátira carnavalesca, cobrando una sorprendente y acaso terrorífica actualidad.
Durante toda su vida Virginia Woolf cultivó con maestría el ensayo en textos escritos para los principales periódicos y revistas de su tiempo. La presente antología, que reúne dieciocho de esas piezas, se centra en la constante reflexión que llevó a cabo sobre las obras escritas por mujeres, y ofrece artículos y reseñas que examinan desde las cartas de madame de Sevigné hasta los diarios de Katherine Mansfield, pasando por la poesía de Christina Rossetti y las grandes novelas de Jane Austen y las hermanas Brontë. El conjunto proporciona un revelador contrapunto de las ideas propuestas por la autora en su famoso ensayo Una habitación propia.
Llega al catálogo de Alfaguara un título que ya es historia reciente: el libro que cambió la mirada sobre la despoblación y la señaló como un fenómeno crucial para entender la España de hoy. La etiqueta «España vacía» generó una conversación nueva, llegó a los programas políticos, llenó librerías y espacios culturales, y ha acabado por convertirse en una sección fija de los medios y las agendas electorales. El asunto de «lo rural» y «lo urbano» volvió a ser un género literario que dio pie a una enorme bibliografía y revitalizó, además, el ensayo para la generación más joven de escritores y lectores.