En 2021, las criptomonedas se convirtieron en la corriente dominante. Los grandes fondos de inversión las compraban, famosos como Tom Brady las apoyaban, y en la televisión se las proclamaba el futuro del dinero. Aunque casi nadie sabía cómo funcionaban, ¿a quién le importaban los detalles cuando todo el mundo estaba ganando una fortuna con Dogecoin, Shiba Inu o cualquier otro «activo digital» con un nombre curioso?
Mientras asistía como espectador a semejante frenesí, al periodista de investigación Zeke Faux no dejaba de rondarle por la cabeza una pregunta persistente: ¿era todo aquello un juego de confianza de proporciones épicas? Lo que empezó como mera curiosidad, y cierta envidia sana, terminaría transformándose en una búsqueda de dos años que le acabaría llevando por medio mundo en un intento por descubrir a los magos que se escondían detrás de la nueva maquinaria financiera mundial. Su investigación le conduciría hasta Sam Bankman-Fried (SBF), un hombre desaliñado y de pelo encrespado de veintinueve años, y a una horda de estafadores, utópicos y nuevos multimillonarios del sector de las criptomonedas.
El interés no es el precio del dinero, sino el valor del dinero en el tiempo
Durante las dos primeras décadas del siglo xxi, las tasas de interés se hundieron como nunca antes. El dinero fácil tras la crisis financiera mundial de 2007-2008 ha producido varios efectos negativos, incluida la aparición de múltiples burbujas crediticias, una reducción en el crecimiento de la productividad y una exacerbación de la desigualdad.
El historiador financiero Edward Chancellor reconstruye la trayectoria que nos ha llevado hasta aquí. Se remonta hasta el mundo antiguo, cuando la práctica de prestar dinero con intereses no era popular, considerándose un ejercicio de usura, robo y abuso por parte de una clase parasitaria. A medida que el capitalismo se estableció desde finales de la Edad Media, se fue entendiendo mejor que el interés era una recompensa legítima y necesaria para que los prestamistas se desprendieran de su capital, y que cumplía otras muchas otras funciones vitales para el correcto funcionamiento de la economía.
Este ensayo, ganador del Premio Hayek al mejor libro de 2023, está inspirado en la convicción de que la reducción artificial de los tipos de interés ha creado muchos de nuestros actuales problemas, incluyendo el resurgimiento del populismo. Esto ocurre porque el dinero fácil y la política monetaria laxa crean distorsiones económicas que desincentivan el ahorro, empujan a los inversores a asumir riesgos excesivos y dificultan la distribución de la renta y la riqueza, perjudicando sobre todo a los más pobres.
El precio del tiempo explica que el interés no es exactamente el precio del dinero, sino el valor del dinero en el tiempo. Además, demuestra que dado que todas las actividades económicas tienen lugar en el tiempo, el interés es necesario para dirigir la asignación de capital, valorar las inversiones y equilibrar la oferta y la demanda.
En los albores de la Primera Guerra Mundial, un joven académico llamado John Maynard Keynes montó en el sidecar de la motocicleta de su cuñado para iniciar un viaje extraño y frenético que cambiaría el curso de la historia. Tras dejar atrás su plácida vida en la Universidad de Cambridge, Keynes se vio empujado a los pasillos de los ministerios de hacienda europeos para tramitar préstamos de emergencia y, tras ello, enviado a Estados Unidos para negociar los términos de la lucha económica durante el conflicto. El terror y la ansiedad desatados por la Gran Guerra lo convertirían en el intelectual más influyente y controvertido de su época, un hombre cuyas ideas aún conservan el poder de influir en nuestro tiempo.