Todo el mundo sueña. Soñar nace del corazón, nos salva y nos transforma. Y todos y cada uno de nosotros tenemos sueños que, en lo más profundo de nuestro ser, queremos cumplir. Pero convertir en realidad un sueño no siempre es fácil porque hay obstáculos que nos impiden hacerlo. La buena noticia es que podemos conseguirlo si sabemos cómo.
¿Por qué algunos sueños se cumplen y otros no? Porque algunos sueños se alinean con las leyes universales de los soñadores. A lo largo de estas páginas, Mayte Ariza nos desvela los secretos y las sencillas fórmulas que debemos seguir para ver nuestros deseos convertidos en éxitos.
Amoral, inmisericorde, despiadada y, sobre todo, muy instructiva, esta incisiva obra concentra tres mil años de historia del poder en cuarenta y ocho leyes claras y concisas. Robert Greene detalla las leyes del poder en su esencia más cruda, sintetizando el pensamiento de Maquiavelo, Sun Tzu, Carl von Clausewitz y otros grandes teóricos y estrategas. Algunas leyes sugieren la prudencia (Ley n° 1: nunca le haga sombra a su amo); otras, el sigilo (Ley n° 3: disimule sus intenciones); otras más, una total falta de piedad (Ley n° 15: aplaste por completo a su enemigo). Pero, nos guste o no, todas tienen aplicaciones en la vida cotidiana. Ilustradas mediante anécdotas de Isabel II, Henry Kissinger, P.T. Barnum y otras figuras que han esgrimido el poder (o que lo han padecido), estas leyes fascinarán a cualquiera que se interese en todas las manifestaciones del control total.
Las 36 estratagemas pertenecen a la misma tradición que el Arte de la guerra de Sun-Tzu. Ambas obras, dos clásicos de la estrategia taoísta, presentan una ciencia derivada del comportamiento humano, de una psicología evolucionada de las debilidades y de las fortalezas humanas en el contexto estratégico para controlar a los demás sin ser controlados por ellos. En ese sentido, cada estratagema es una especie de clave para minar, desde los cimientos, la voluntad de luchar y el equilibrio psicológico del adversario: se trata de la manera de inducirle a hacer algo sin que se dé cuenta, o de crear deliberadamente en el contendiente cierta inquietud para provocar determinadas reacciones y movimientos. A nivel práctico, los taoístas dedujeron una regla fundamental en la lucha consigo mismos o con los demás: vibrar de modo semejante a aquellos elementos que en la naturaleza ganan sin luchar, por ejemplo, el curso del agua que fluye. Cada estratagema está constituida por una fórmula, seguida de un comentario explicativo.