La curiosidad de Miguelángel se ha visto recompensada. Cuanto nos
iniciamos en la lectura de las obras narrativas de Juan Bosch, la mayoría
de los lectores quedábamos altamente impresionados por la calidad de
las mismas. Y pasado el tiempo aún nos maravillamos del dominio de la
técnica, que al decir de muchos especialistas, lo hacen un Maestro, califi-
cado que nadie ha rebatido.
Juan Bosch es inmenso. Si la política y el amor por el bienestar de su
pueblo, no lo hubieran desviado de la literatura, la República Domini-
cana hubiera tenido un excelente candidato al premio Nobel.
Sin embargo, lo que ha hecho Miguelángel es apreciar el ritmo y la
musicalidad del lenguaje empleado por Bosch, para encontrar la poesía
subyacente en la misma. ¡Vaya tarea! Y en principio nos pareció una ocu-
Trencia. Cierto que Bosch escribió poemas, pero su fuerte siempre fue la
narrativa. Sin embargo tras un exhaustivo análisis de su obra, este autor
logró extraer una serie de imágenes que podría decirse permean dicha
narrativa y pueden recogerse en expresiones y formas poéticas.
A lo largo de su discurso Miguelángel desarrolla la tesis de que la obra
narrativa de Bosch tiene poesía, y la va demostrando con una serie de
ejemplos. Y es que él no habla por hablar ni para halagar, lo hace para
mostrar sus descubrimientos que constituyen aportes al conocimiento de
la obra del autor estudiado. Emplea un estilo bastante didáctico. O sea,
enseña. Tiene la capacidad de argumentar y convencer. Lo que él cree es
fruto de su íntimo convencimiento, de su estudio sistemático y profundo.
Sus conclusiones ponen a pensar al lector. Lo hacen estudiar la obra, no
simplemente leerla. Pone a los lectores a escudriñar y descubrir, provocando una especie de sinergia entre la obra, el lector y el autor, que los
conduce a una acción lectora más consciente y crítica.
Descubrir esta producción poética en la estética boschista, constituye
una novedad, un aporte significativo. Hay que leer la obra de Bosch, hay
que analizar a fondo cada cuento ejemplificado, que de seguro va a convencer al lector de que se había perdido de algo, que fue lo que contribuyó
a su deleite cuando sin saberlo, leyó la obra.