Clitemnestra es una princesa de Esparta, es fuerte, apasionada y con carácter. Su matrimonio con el rey Tántalo, de quien admira su inteligencia y curiosidad, pronto es bendecido con un hijo. Viven en paz hasta que Agamenón, el hermano del rey Menelao y esposo de su hermana Helena, se encapricha de Clitemnestra y decide asesinar al rey Tándalo y al bebé para poder casarse con ella. Rota por el dolor, durante años Clitemnestra soñará con la venganza, un sentimiento que crecerá alimentado por el horror y la impotencia cuando Agamenón, tras consultar al oráculo de Delfos, ofrezca a los dioses en sacrificio a su hija Ifigenia. Hasta la llegada de Egisto, nacido del incesto y de la violencia, que se convertirá en el amante de Clitemnestra y juntos pondrán fin a la vida de Agamenón.
Conoces a la persona adecuada. Tu vida hace clic y todo funciona.
Pasas de compartir notas secretas a pasar largas tardes en un coche con la persona que siempre has deseado.
Sonrisas, caricias, pasión... cuando vives embriagado por la pasión, lo explosivo y lo adictivo ¿qué puede ir mal?
Probablemente TODO.
Las cosas buenas no se consiguen con facilidad y lo que creías que estaba dictado por el destino, tal vez, no eran más que películas en tu cabeza.
Pero... ¿quiénes serían Clover y Callum si no luchasen contra todo lo preestablecido?
Un irlandés y su trébol. Eso es lo que siempre serán.
Será una partida a muerte
Guillermo lo tiene todo para ser feliz: una mujer maravillosa, un hijo encantador, un trabajo bien pagado, un chalet en las afueras de Madrid y dos perros. Pero se está aburriendo.
Tras la muerte de su madre comienza a atravesar su particular crisis de los cuarenta e intenta llenar ese vacío en el polideportivo del pueblo, hasta que un día se apunta a un club de juegos de mesa, y allí conoce a K.
K es un hombre vulgar pero magnético que le propone una peculiar empresa: diseñar un juego genial, diferente, único… Establecen una extraña amistad y lo que empieza como algo lúdico se transforma en una escalada emocional, llena de adrenalina; un viaje sin retorno hacia el peligro que solo puede acabar en desastre.
Club de juego es una historia sobre la culpa y sobre una generación con miedo a envejecer, sobrecargada de estímulos, que ve en la rutina el peor de sus fracasos.
Un pintoresco pueblo del Pirineo.
Dos corazones despistados que solo quieren huir.
Un encuentro (des)afortunado que les salvará para siempre.
Abril no quiere convertirse en uno de esos personajes de novela que, tras un desastre, huyen a otro lugar. Pero la realidad es que lleva semanas sin trabajo, sin piso y sin aliento , así que cuando su abuela le propone esconderse en el pueblo de su infancia, no duda en aceptar a pesar de las singulares condiciones: debe encontrar unas vasijas perdidas en el jardín y reabrir el club de lectura para los curiosos habitantes de Trevillés.
Una vez allí, Abril intenta evadirse con la ayuda de los libros, pero el destino tiene otros planes para ella. Pronto se verá obligada a compartir la casa con Alex, un joven tan cautivador para el resto de los vecinos como inoportuno para ella, con un pasado misterioso y muchas ganas de revolucionarle la vida.
«Aquí somos todos palabras desde el nombre de cada uno de nosotros y las sílabas que se unen para nombrar lugares y, por ello, sugiero que titules Cochabamba, porque suena a tambor, a vocales de boca abierta, a paisaje verde que no conoces aún».
El agua de azar puede también danzar como humo de insomnio o conversación de sobremesa sin tiempo. Así nace la amistad a primera vista entre el diplomático francés Xavier Dupont y el escritor al que le pide escribir la novela de la vida de su madre, Catalina. Nacida en Cochabamba, hija de un potentado boliviano, oligarca adinerado y símbolo de la tiranía patriarcal, Catalina se sabe la mujer más bella del mundo y más aún cuando por orden del padre es transterrada a París donde levitará nubes de oropel, grandes lujos y codearse con Coco Chanel, Edith Piaf... y Albert Camus.
Catalinacomo Princesa de Cochabamba se vuelve la plus belle femme entre el tout París y protagonista de una novela que parecería cuento de hadas, si no fuera enteramente verídica. Una novela de vodevil y rumbosa, la vida pícara y noctámbula que nació en sobremesas para contar y contagiar hasta quedar en tinta con un ritmo que conquista al lector como una íntima celebración.
Mercedes Cebrián decide aprender a tocar el violonchelo a una edad a la que, al parecer, ya es tarde para ser principiante. Emprende así una curiosa aventura acarreando en la espalda un instrumento poco popular en España que la lleva desde academias de música y orquestas de aficionados hasta talleres de luthiers que huelen a cocido recién hecho. La autora indaga en la naturaleza de la música, a la par que observa con lupa y cáustico sentido del humor un pequeño mundo donde desfilan talentos en ciernes o aficionados que luchan para sacarle buen sonido a sus instrumentos. Y por el camino nos invita a pasear por una Rusia mental idealizada, con sus instrumentistas y gimnastas virtuosas, por el extraño submundo de los niños prodigio expuestos en las redes por sus madres, o por mesones castizos que sirven platos de toda la vida; desde la España postfranquista hasta la pandémica, en la que, para muchos, dedicar horas a desempolvar una vieja afición ha sido vital para mantener la cordura.
Cocido y violonchelo es ese recinto amplio y cómodo donde la desmesura y la obsesión por las actividades que nos proporcionan placer son atributos de los que enorgullecerse. Este es, en definitiva, un testimonio perspicaz, erudito y ameno de las ganas irrefrenables de sacarle el jugo a la vida.