Tras rememorar su infancia en Corazón que ríe, corazón que llora, Maryse Condé retoma el camino de su vida y nos conduce a través de sus años de aprendizaje: un periplo que comienza en París, con un embarazo accidental y el abandono del hombre al que ama, y que la lleva a vagar por África, en busca de esa identidad que ya empezaba a entrever con el descubrimiento de la negritud, del socialismo y la creatividad literaria. Pero también de los desengaños amorosos, la maternidad no deseada y los estragos emocionales de la orfandad. Honesta e irónica, delicada y brutal, Maryse Condé vuelve a ensanchar los límites de la autobiografía para construir un bello relato universal: el de una mujer desposeída que, a pesar de los embistes del destino, busca incansablemente la plenitud y la felicidad. La mujer antes de la píldora, África tras la independencia, una madre que huye. Una apasionante y conmovedora novela de la autora de «Corazón que ríe, corazón que llora».
Desde el momento en que supe que no podría hacer gran cosa para salvar al mundo, empecé a pensar en instalarme por un tiempo, solo, en una cabaña. Compré una isba de troncos, lejos de todo, en la orilla del lago Baikal. Allí, durante seis meses, a cinco días de marcha del pueblo más cercano, perdido en una naturaleza desmesurada, traté de ser feliz. Creo haberlo logrado. ¿Y si la libertad consistiera en adueñarse del tiempo? ¿Y si la felicidad fuera disponer de soledad, de espacio y de silencio... cosas de las que carecerán las generaciones futuras?
¿Quién entiende a los humanos? ¿Por qué no siguen su instinto y buscan el amor como haría cualquier gato inteligente?
MacGyver se siente muy satisfecho de sí mismo. Su humana, Jamie Snyder, ha encontrado a su media naranja, y ha sido gracias a él, que empezó a robarle cosas a su atractivo vecino, David. Ahora que Jamie y David se han casado y están de luna de miel, se ha ganado un merecido descanso. Sin embargo, le va a durar poco, porque resulta que Jamie deja a su prima Briony para que lo cuide mientras ella no está. Y Mac descubre que Briony es otra de esas humanas que, como la mayoría, es un desastre en lo relativo al amor: esta, plantó a su novio al pie del altar. Esto sí que es un reto para un gato como Mac. Y claro, ¡no podrá resistirse!