Publicada en 1908, Una habitación con vistas es una de las novelas más deliciosas y entrañables de E. M. Forster. Situada entre una Florencia todavía virgen del azote del turismo pero integrada en el grand tour de los viajeros europeos y la rígida Inglaterra victoriana, la novela desarrolla una historia de amor y sentimientos encontrados en cuyo transcurso Lucy Honeychurch, joven perteneciente a la buena sociedad inglesa, intenta abrir camino a su personalidad superando el obstáculo de las convenciones sociales. En estas páginas llenas de ironía y sutil humor que llevó al cine en su día James Ivory, Forster despliega una variada y atractiva galería de personajes y de sugerentes contrastes que hacen de ella una obra inolvidable.
El exitoso retorno a la novela de la autora de Donde el corazón te lleve con una inolvidable historia de amor entre dos polos opuestos.
Edith y Andrea, una joven transgresora y un capitán de barco serio y disciplinado, se encuentran por casualidad en un ferri entre Venecia y Grecia, una coincidencia mínima de las muchas que componen la vida. Pero en su caso, este hecho cambia el rumbo de ambos para siempre: no se enamoran de inmediato, tampoco pueden olvidarse.
La riqueza de los Pilaster se basaba en el banco de la familia, una de las más sólidas y respetables instituciones financieras del Londres victoriano. En torno al consejo de administración, que preside el anciano Seth Pilaster, giran las ambiciones de la familia, sobre todo las de Augusta, su maliciosa nuera, y las de Hugh, nieto de Seth.
Augusta, junto a su falta de escrúpulos, cuenta con la alianza de Miguel Miranda, vástago de una brutal familia de caciques sudamericanos que desea contar con el apoyo del banco para sus proyectos de dominio. La lucha entre la perfidia de Augusta y la tradición de honradez de Hugh marcará durante treinta años los destinos del banco.