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LOS NIÑOS NO VEN FERETROS

En los niños no ven féretros, ganador por unanimidad del Premio de Poesia Hiperión en su XXXVII, convocatoria, el autor, tras las postrimerías de la adolescencia, vuelve la vista atrás para evocar, con cuidada y siempre bien resuelta variedad formal, esa primera vida de la infancia, las primeras experiencias amorosas, la amistad, los primeros tanteos poéticos y el protector regazo familiar. Evocaciones y reflexiones que llenan de contenido unos poemas de línea clara y tono elegíaco, propios de una naciente conciencia de la caducidad.
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LOS NIÑOS DE ASPERGER

«Su apellido figura en la historia médica de cientos de miles de niños y niñas de todo el mundo. Las enciclopedias lo recuerdan como un pediatra reconocido por sus tempranos estudios sobre desórdenes psicológicos en la infancia. Sin embargo, la biografía de Hans Asperger esconde un pasado siniestro: durante el nazismo, fue cómplice del régimen, sumándose con sus diagnósticos a las políticas de exterminio que aplicó el Tercer Reich». Clarín La historiadora Edith Sheffer narra de manera sobrecogedora la alineación de un médico a las despiadadas exigencias ideológicas del régimen nazi, que lo llevaron a convertirse en cómplice del asesinato de menores. Los niños de Asperger es mucho más que un recuento sobre los horrores del nazismo; es una obra urgente que nos invita a repensar cómo las sociedades evalúan, etiquetan y tratan a quienes han sido diagnosticados con discapacidad.
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LOS NADIES

Este es un libro sobre el ayer perdido vuelto a recuperar con las palabras. La nostalgia de la patria lejana divisada en las brumas de la memoria. Los pasos extranjeros del muchacho nicaragüense que escribe, ensayando su destierro desde niño. Y los pasos perdidos de los exiliados en las calles y plazas ajenas, cargando con su miseria y sus penas. Nómadas, inmigrantes ilegales. Nadies. Expatriados, desterrados, la garra de la lejanía clavada en el corazón. La lenta prisa del que camina en dirección opuesta. La búsqueda sin fin de la identidad perdida, las huellas dactilares borradas de las manos de la madre por la lejía. La carga de los recuerdos que no alivia sino la escritura cuando se toca fondo. ¿Cómo nombrar lo que no tiene nombre? De esta manera, con la poesía, tocando fondo.
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