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MATERIAL DE CONSTRUCCION (OF)

En esta novela hay veranos, cigarrillos, piscinas, hospitales, caballos, azulejos, cemento, arena, cartas, plantas, fuego, vacaciones, amores, mentiras, verdades, vergüenzas... y también alcohol, que lo impregna todo, estropeándolo y deformándolo. Porque el padre es alcohólico. Y ella, la hija de un alcohólico. Pero ¿qué más hay detrás de ese hombre que vendía materiales de construcción y fabricaba muebles reciclando palés? A pesar de haber vivido en la misma casa durante muchos años, padre e hija apenas tienen trato. No se hablan ni se tocan, pero las miradas, los olores y los sonidos les sirven de vínculo. Y el silencio, eso que no se quiere y no se puede decir, es más un campo de batalla que una fortaleza.
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MATEMOS TODOS A CONSTANCE

Una nueva novela del autor de Crónicas Marcianas. Una noche de tempestad en California, un escritor recibe la inesperada visita de una vieja conocida, la actriz Constance Rattigan, que, atemorizada, trae consigo un macabro regalo anónimo: un listín telefónico del año 1900 y su antigua agenda con una serie de nombres marcados en rojo con una cruz. Constance está convencida de que la Muerte persigue a los señalados y a ella misma. Tan enigmáticamente como llegó, la artista se pierde en la noche dejando al escritor los listados. Éste iniciará una investigación a fin de dar con ella y resolver el misterio, para lo que buscará la ayuda de su amigo Crumley. Ambos emprenderán un agitado periplo hasta descubrir una verdad tan asombrosa como inquietante...
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MATATE, AMOR

Escribí Matate, amor con ánimo de venganza. No recuerdo nada salvo eso, que una tarde del final de un verano de tormentas eléctricas de 2011 en mi casa en el campo francés, me tiré al pasto, es decir, «me recliné sobre la hierba entre árboles caídos y tuve la impresión de llevar un cuchillo con el que iba a desangrarme de un corte ágil en la yugular». Recuerdo que me levanté del pasto con el cuello ensangrentado, caminé directo a mi cuarto, entré por la ventana y me senté a escribir la primera frase de lo que sería Matate, amor. Pero eso no fue escribir. Eso que llaman escribir es mentira, es algo de lo que hay que dudar, eso que llaman escribir es otra cosa siempre, una guerra, caminar sonámbula, ver enemigos en todos lados, es algo de otra dimensión. Palabra por palabra, frase por frase, coma por coma, punto por punto, nada fue corregido ni alterado por ningún editor en ninguna edición. No porque sea genial ni por superstición, sino para conservar en esa primera página la música única de esa tarde de fin de verano de 2011. Escribir para hacer perdurar la desaparición. Escribí entonces, como un ajuste de cuentas, como un pacto con la mafia, si no está permitido disparar, incendiar establos o secuestrar vecinos, al menos es otro modo de hacer justicia por mano propia.
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