Juan Manuel de Prada une su descomunal talento para la narrativa con el conocimiento en profundidad del panorama intelectual, artístico y, sobre todo, literario de la España de la primera mitad del siglo XX. El resultado es un proyecto literario memorable de extraordinaria calidad en la gran tradición barroca y esperpéntica española: Quevedo, Valle-Inclán o Ramón Gómez de la Serna.
El autor se centra en la comunidad de artistas españoles que tras la Guerra Civil recaló en el París ocupado por los alemanes, donde las condiciones de vida eran especialmente difíciles y donde debieron de utilizar cualquier recurso a su alcance para sobrevivir, aunque ello les pusiera frente a unos dilemas morales de muy difícil resolución.
Un fascinante debut literario sobre el encuentro con un personaje singular que transformará la vida de la joven Virginia.
Al final de su adolescencia, Virginia viaja con su padre al norte para reunirse con los Kopp. Cuando el encuentro con sus amigos ingleses augura unas apacibles vacaciones, la aparición estelar de un invitado inesperado truncará todos sus planes: Bertrand es escultor y performer, con toda probabilidad padece algún trastorno mental, y está obsesionado con la idea de que «las esculturas son efímeras». Visionario y demente, envuelto en un aura de carisma y de peligro, Bertrand siembra el desconcierto en la vida de Virginia, que se acabará dejando arrastrar hacia un territorio ambiguo, inexplorado.
En su primera novela, Xita Rubert escribe con la misteriosa sabiduría que emerge del caos para preguntarse si acaso crecer es adentrarse en una ficción sin retorno. Mis días con los Kopp es una sugestiva novela de iniciación del siglo XXI que afronta con inteligencia la enfermedad, el fingimiento social y el desamparo. Una singularísima historia que nos anuncia la llegada de una nueva narradora con una voz poderosa y llena de matices.
«Miré cantidad de veces una película que filmó mi padre en la playa de Miramar [...]. Yo sonreía a la cámara y jugaba con una pelota de goma. La mano de mi madre me acariciaba la espalda».
Engarzadas como pequeñas piedras preciosas, las escenas y los momentos de esta novela arman un delicado rompecabezas que va y viene en el tiempo; es 1972, es 1976, es el Mundial de Fútbol de 1978, es hoy. De fondo, la casa en Miramar, la casa en la playa de una familia que se desintegra. Los hijos, una nena de diez años y su hermano menor, asisten a los desencuentros y reconciliaciones de los padres, jóvenes, hermosos, llenos de furia y de amor.
Pero también ocurre la tragedia. El padre enferma, y la niña asimila el dolor de la despedida a través de un juego privado entre ellos. Su libro favorito en ese momento, Mujercitas, se convierte en el escenario privilegiado donde juegan a cuidarse y a contenerse uno al otro.
En Miramar, Gloria Peirano nos entrega una historia de amor filial y de duelo que no se olvida con el tiempo; al contrario, se agranda con el recuerdo. Una novela que emociona y nos vincula con las pérdidas inevitables de la vida.