Blake, el mejor amigo de mi hermano, nunca me ha visto como otra cosa que una cría, casi como a una hermana pequeña. Pero eso va a cambiar. Yo voy a hacerlo cambiar. Estoy más decidida que nunca a tener una aventura apasionada con él; sin ataduras, sin emociones ni sentimientos. Ahora, solo tengo que convencerlo para que acepte mi propuesta.
Una boda, una oferta indecente y una única regla que cumplir: No te enamores de Blake Anderson.
Pero, a veces, los límites entre una emoción y otra se desvanecen, y comienzas a desear lo que nunca te habías permitido.
Después de todo, las reglas están para romperlas...
En solo treinta segundos tu vida puede convertirse en una pesadilla
Si hay algo peor que una pesadilla es que esa pesadilla se repita. Y entre nuestros peores sueños, los de todos, pocos producen más angustia que un niño desaparezca sin dejar rastro.
Eso es precisamente lo que ocurre al principio de esta novela: en un centro comercial, en medio del bullicio de una tarde de compras, un depredador acecha, eligiendo la presa que está a punto de arrebatar. Esas pocas líneas, esos minutos de espera, serán los últimos instantes de paz para los protagonistas de una historia a la que los calificativos comunes, «trepidante», «imposible de soltar», «sorprendente», le quedan cortos, muy cortos.
Porque lo que hace Carme Chaparro en No soy un monstruo, su primera novela, es llevar al límite a sus personajes y a sus lectores. Y ni ellos ni nosotros saldremos indemnes de esta prueba. Compruébenlo.
Jaime se ha sentido solo y desprotegido toda su vida al haber sido abandonado por quien más debería quererlo: su madre. Ahora, esa mujer a la que su padre le enseñó a odiar ha aparecido de improviso y asegura que todo lo que le han contado sobre ella es mentira: no lo abandonó al nacer, sino que se lo robaron de los brazos.
Jaime ya no sabe qué creer ni qué sentir. Su mundo se ha vuelto del revés y no encuentra la manera de afrontarlo, por lo que cae en una espiral de noches sin control bañadas en alcohol y odio.
Iris es feliz. Tiene una familia que la adora, un trabajo que la llena y unos amigos que la siguen hasta el fin del mundo. Es risueña, atrevida y cree en el AMOR, con mayúsculas.
Eso sí, el hombre del que se enamore debe cumplir ciertos requisitos: debe ser un príncipe azul (azul cielo a ser posible, el azul oscuro no le gusta), escalar la torre más alta del castillo más alto (no vale un primer piso, eso sería muy fácil) y vencer al dragón más feroz (pero no matarlo, pobre animalito) para conquistar su corazón. Literalmente.
¿Conseguirá el amor por Iris sacar a Jaime de su burbuja de destrucción y soledad?