Jane Austen ocupó un lugar preminente en la literatura británica décadas antes de que las mujeres pudiesen disponer de una habitación propia en la que escribir novelas y abrió la senda que recorrerían las hermanas Brontë o Virginia Woolf. Su prosa, su ironía y, sobre todo, su perspicacia para el retrato social, convierten sus obras en una referencia ineludible de la literatura del siglo XIX. Orgullo y prejuicio, su novela más conocida, narra cómo Elizabeth Bennet y Fitzwilliam Darcy se enfrentan a sus prejuicios movidos por el amor que, contra pronóstico, surge entre ellos
El gran deseo y afán de la señora Bennet es casar a sus cinco hijas ventajosamente para asegurar su futuro incierto. Por ello, cuando llega a la zona el señor Bingley, un joven acaudalado y soltero que alquila la imponente finca de Netherfield, está convencida de que conseguirá sellar una unión favorable con una de ellas. La novela inicia a lo largo de esa temporada de bailes y se centra en los romances y los compromisos de las jóvenes Bennet, pero también desgrana las consecuencias de esas elecciones y la gran responsabilidad e importancia de elegir marido para las mujeres entonces. En esta novela, Jane Austen presenta un análisis preciso e irónico del amor a principios de s. XIX.
A lo largo de una trama que discurre con la precisión de un mecanismo de relojería, Jane Austen perfila una galería de personajes que conforman un perfecto y sutil retrato de la época: las peripecias de una dama empeñada en casar a sus hijas con el mejor partido de la región, los vaivenes sentimentales de éstas, el oportunismo de un clérigo adulador... El trazado de los caracteres y el análisis de las relaciones humanas sometidas a un rígido código de costumbres, elementos esenciales de la narrativa de la autora, alcanzan en Orgullo y prejuicio cotas de maestría insuperable.