Empezó como una serie de cartas de Twain a un viejo amigo en las que recordaba sus bromas de la infancia, sus días escolares y sus travesuras de pillastres. En su prefacio, advertía que Tom Sawyer estaba extraído de la vida real, combinando las personalidades de tres chicos que conoció bien. Es su libro más vendido y se le considera un clásico popular para todas las edades. Twain escribiría irónicamente a su editor: «No es un libro para niños. Sólo lo leerán los adultos, porque para ellos es para quien se ha escrito».
«Pues mira dijo Tom, yo seré el sheriff de Nottingham y tú serás Robin Hood un rato y me matas. La propuesta era aceptable, y así esas aventuras fueron representadas. Coincidían los dos en que hubieran preferido ser un año bandidos en el bosque de Sherwood que presidentes de Estados Unidos toda la vida.»
Mientras crecía en una ciudad poco corriente de dos mil habitantes, Twain fue un muchacho travieso, un poco el prototipo de su propio personaje, Tom Sawyer. Aunque su salud se vio perjudicada desde una edad temprana, a los nueve años era un pilluelo fumador que dirigía una pequeña pandilla de gamberros y que, por encima de todo, detestaba la escuela. Su popularidad como escritor se disparó con Las aventuras de Tom Sawyer (1876), Príncipe y mendigo (1882) y Las aventuras de Huckleberry Finn (1885). En aquellos momentos, ya era considerado como uno de los grandes escritores de personajes en la comunidad literaria.
Tom Bombadil es bajito y de rostro rubicundo, alegre y despreocupado, de buen corazón pero indiferente hacia los problemas del mundo exterior.
Es señor del Bosque Viejo, donde tiene un poder absoluto. Este espléndido y divertido poema nos ofrece acompañarle en sus aventuras y descubrir
una nueva vertiente del talento del maestro de la fantasía de todos los tiempos.
Los primeros relatos protagonizados por el emblemático personaje de Sir Arthur Conan Soyle se reúnen en esta edición conmemorativa para celebrar el 125 aniversario de su primera publicación. Las ilustraciones originales de Sidney Paget acompañan las historias como lo hicieron en la revista Strand a finales del siglo XIX. En esta edición permite saborear el atractivo original de un libro que consagró inmediatamente al detective más famoso del mundo.
La hipocresía era, y así lo denunció Twain en su obra, la base de una sociedad pervertida y a su vez pervertidora. Con un chico como Huck, de la clase social más baja en la Norteamérica de aquel tiempo, podía el escritor mostrar cómo el hombre estaba equivocado en sus concepciones morales. El muchacho ha de decidir si sigue lo que la sociedad dicta como bueno o lo que su corazón le sugiere, aunque esto sea precisamente lo contrario de lo que la moral predica como correcto.