Quien escribe un poema lo escribe, antes que nada, porque el poema es un colosal acelerador de la conciencia, del pensamiento, de la percepción del mundo». Del discurso de Joseph Brodsky al recibir el Premio Nobel de LiteraturaA caballo entre dos lenguas durante décadas, el bilingüismo de Brodsky no solo revitaliza con singular desenvoltura un lenguaje heredado, sino que también proyecta una radical y profunda exploración de sus metros e imágenes, elevada a una forma particular de metafísica. Sin embargo, Brodsky es también un poeta eminentemente físico, cuyo tema fundamental es la encrucijada entre el espacio, el tiempo y los sentidos. Ningún otro escritor contemporáneo habla tanto de la intemperie. Sus musas no son Calíope ni Tersícore, ni sus artísticas hermanas asociadas con emociones y sentidos, sino Urania, musa de la astronomía, «más vieja que Clío», matrona del conocimiento estelar, del espacio puro, de esas extensiones heladas en medio de las cuales el hombre parece el derrubio lodoso que arrastra un glaciar.
Se contaba que Orfeo era un poeta extraordinario, capaz de conmover con su canto a animales, hombres y dioses, que descendió al Hades a rescatar a su esposa difunta y que logró convencer a los dioses infernales de que le permitieran traerla de vuelta al mundo de los vivos, si bien fracasó a última hora por no ser capaz de cumplir la condición impuesta de no volverse a mirarla. Por extraño que parezca, este personaje del mito se convirtió en autor de un heterogéneo grupo de obras que expresaban un pensamiento religioso distinto del imperante en Grecia, con analogías con el Pitagorismo y con la religiosidad eleusina, que postulaba un trato diferente a los seres humanos en el Más Allá, según su comportamiento en vida, y que proclamaba la posibilidad de que sus almas fueran castigadas a retornar al mundo encarnada en otros cuerpos hasta lograr su liberación. Los autores de estas obras sobre el origen del mundo y de los dioses, la creación de los seres humanos y la forma de lograr la salvación prefirieron atribuírselas al mítico personaje, para prestigiarlas.