Es este un libro de ambición lenta, que no tiene prisa por llegar ni esconde ningún as en la manga. Un libro que juega con todas las cartas encima de la mesa: un paisaje de origen en la raya extremeña con las tierras de Portugal; una curiosidad sin engolamientos hacia el arte de la fotografía y las miradas que se ocultan y desvelan detrás de las cámaras; dos o tres o cuatro nombres de mujer -Acácia, Lucía, Joaquina, Pascale- que trenzan el espacio del encuentro y de la pérdida; la historia que no se quiso escribir sobre el hombre que surgió del exilio; algunas viejas fotografías que giran y giran hacia alguna parte. Una mirada narrativa excepcional en diez momentos y un prólogo (y la lucha de clases).
Hannah está ocupada intentando esquivar los intentos de su madre por casarla mientras dirige la panadería más popular de Lake Eden. Pero cuando encuentran a Ron LaSalle, el querido repartidor de la lechería muerto en la parte trasera de su panadería, su vida ya no puede ir a peor. Decidida a no dejar que aquello afecte a la reputación de su establecimiento y sus famosas galletas, se propone descubrir al asesino. Pero si no anda con cuidado, su dulce vida podría amargarse.
Nadie te sirve un misterio tan delicioso y lleno de suspense como Hannah Swensen, la heroína pelirroja repostera de Joanne Fluke, cuyas galletas de jengibre son tan ácidas como sus réplicas.
Rosalía de Castro es, sin duda, una de las voces poéticas más importantes de la lírica española del Romanticismo del siglo XIX. Gran precursora de la modernidad poética, la autora sigue siendo, incluso hoy en día, la viva imagen del espíritu y el alma máter literaria de su Galicia natal. Trabajó por defender las letras gallegas, devolviéndoles la dignidad y el carácter culto de una lengua literaria, y denunció la pobreza rural y la precariedad de su pueblo.
¿Cuánto sabe una madre? ¿Cuánto calla, cuánto dice, cuánto miente? Mientras las madres viven, los hijos somos hijos por encima de todo: más hijos que hermanos, más que maridos, más que padres. Colgamos de nuestras madres como el escalador de su mosquetón, no importa la edad, no importa la distancia. Si hasta su muerte mandan sus genes, después de su muerte manda la ausencia. «Si mamá me viera…», «Mamá se estará riendo, seguro», «¿Qué pensaría mamá de esto?». Hablamos con ellas cuando nadie nos mira, porque sabemos que están, aunque no las veamos. Sabemos que son eternas.
La tarde en que Fer, Emma y Silvia llevan a urgencias a su madre, aquejada de lo que parece una leve infección, no imaginan que la vida ha dispuesto para ellos un escenario totalmente inesperado. Al salir del hospital después del breve ingreso, el paisaje familiar es otro: los tres hermanos se convierten a la fuerza en hijos y cuidadores mientras se preparan para la posible orfandad que quizá vaya a dejar tras de sí un ser tan excéntrico e insustituible como Amalia.
Alejandra Pizarnik es una de las escritoras en español más influyentes de la literatura de nuestro tiempo. Es la creadora de una escritura, en sus propias palabras, «densa y peligrosa», pero también de una de las experiencias de lectura más revolucionarias que podamos encontrar. Una revolución, nos cuenta Gabriela
Borrelli Azara en su epílogo, interna y profunda, cuyo movimiento conduce al enigma.
Esta antología recoge los mejores textos en prosa de Pizarnik, quizá la parte más desconocida de una obra en la que los géneros se transgreden constantemente. Así lo explica Luna Miguel en su prólogo: «Empeñarse en decir que esto no es poesía, ya lo verán, sería bastante discutible. [...] Sus pequeños cuentos alucinados son largos poemas. Su teatro es una escenificación de su ritmo poético. Sus relatos largos o crónicas esconden todas las trampas y los trucos de su poesía».
En 1972, cuando unos obreros de la ciudad de Pottstown (Pensilvania) excavan los cimientos de una nueva urbanización, lo último que esperan encontrar es un esqueleto en el fondo de un pozo. De quién es ese esqueleto y cómo ha llegado hasta allí son dos de los secretos que esconde Chicken Hill, el humildísimo barrio donde judíos inmigrantes y afroamericanos comparten ambiciones y penas. Y allí, en Chicken Hill, cuarenta años antes de ese descubrimiento, vivían Moshe y Chona Ludlow: Moshe organizaba conciertos en el teatro que había fundado y Chona regentaba la tienda de comestibles El Cielo y la Tierra. En los años en que el Ku Klux Klan se enseñoreaba y los puestos importantes los ocupaban los blancos, esta novela narra la odisea de varias comunidades que osan enfrentarse a las injusticias. Lo demostrarán el día en que el Estado vino a buscar a un niño sordo para internarlo en un terrible centro, y Nate Timblin, el conserje del teatro de Moshe y líder oficioso de la comunidad negra de Chicken Hill, tomó cartas en el asunto.