Ésta es la historia de un hombre, tres mujeres, una revolución y un tesoro. La revolución fue la de México en tiempos de Emiliano Zapata y Francisco Villa. El tesoro fueron quince mil monedas de oro de a veinte pesos de las denominadas maximilianos, robadas en un banco de Ciudad Juárez el 8 de mayo de 1911. El hombre se llamaba Martín Garret Ortiz y era un joven ingeniero de minas español. Todo empezó para él ese mismo día, cuando desde su hotel oyó un primer disparo lejano. Salió a la calle para ver qué ocurría y a partir de ese momento su vida cambió para siempre...
Revolución es mucho más que una novela sobre los dramáticos acontecimientos que sacudieron la república mexicana en el primer tercio del siglo XX. Es un relato de iniciación y madurez a través del caos, la lucidez y la violencia: el asombroso descubrimiento de las reglas ocultas que determinan el amor, la lealtad, la muerte y la vida.
Haruki Murakami regentó durante años un club de jazz, llamado Peter Cat, antes de dedicarse a tiempo completo a la escritura: sin duda, al abrir este volumen el lector tendrá la sensación de haberse sentado a una de las mesas del local mientras el propio Murakami le cuenta anécdotas y pormenores de las canciones que se escuchan, en un tono confidencial, cálido y entusiasta. La pasión del escritor japonés por el jazz le llevó sin duda a escribir este libro compuesto por cincuenta y cinco retratos de músicos de jazz, acompañados de una ilustración del artista japonés Wada Makoto y de un comentario sobre un álbum de cada músico. Gracias a Murakami, cada «entrada» se convierte en una pequeña y deliciosa historia, en un fragmento de memoria autobiográfica, en consejos a la hora de escuchar a un intérprete, o en frescas pinceladas para describir a un artista o una época. Así, desde el mítico Chet Baker, hasta Ella Fitzgerald, por el libro desfilan grandes figuras como Billie Holiday, Duke Ellington, Bill Evans o Art Pepper.
Truman Capote fue un maestro de las formas breves y un agudo observador y cronista de su época. Las semblanzas que reúne en este volumen son una buena muestra de ambas virtudes. Capote escribe –a veces con ternura, otras con perfidia, siempre con un estilo admirable– sobre figuras que han conformado nuestro imaginario colectivo, trazando una serie de magistrales retratos como el dedicado a las andanzas japonesas de Marlon Brando durante el rodaje de Sayonara; el ya mítico perfil de Marilyn Monroe; una bellísima rememoración en claroscuro de Tennessee Williams; una emotiva aproximación a Elizabeth Taylor; un acercamiento a «esa leyenda moderna» que fue Jane Bowles y otro al arte fotográfico de Cecil Beaton.
Y son precisamente los retratos de otro fotógrafo, Richard Avedon, los que inspiran a Capote una serie de certeros perfiles, empezando por el del propio Avedon, y luego, pasando revista a un socarrón John Huston, un ambivalente Chaplin, una coqueta Coco Chanel, un moribundo Somerset Maugham, un errante Ezra Pound, una anciana y fascinante Isak Dinesen, una Mae West de carne y hueso, un Louis Armstrong captado desde la mirada infantil, un Gide que reflexiona sobre Cocteau, un Bogart retratado a través de sus palabras fetiche, un Picasso tan genial que podría provocar instintos asesinos y un Duchamp iconoclasta que bien podría ser su reverso.