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THE ADVENTURES OF HUCKLEBERRY FINN

Long cherished by readers of all ages, The Adventures of Huckleberry Finn is both a hilarious account of an incorrigible truant and a powerful parable of innocence in conflict with the fallen adult world. The mighty Mississippi River of the antebellum South gives the novel both its colorful backdrop and its narrative shape, as the runaways Huck and Jim—a young rebel against civilization allied with an escaped slave—drift down its length on a flimsy raft. Their journey, at times rollickingly funny but always deadly serious in its potential consequences, takes them ever deeper into the slave-holding South, and our appreciation of their shared humanity grows as we watch them travel physically farther from yet morally closer to the freedom they both passionately seek.
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TEXTOS RECOBRADOS II 1931-1955

De una a siete de la tarde -mis horas oficiales o "teóricas" de trabajo- me confieso un impostor, un chambón, un equivocado esencial. De noche (conversando con Xul Solar, con Manuel Peyrou, con Pedro Henríquez Ureña o con Amado Alonso) ya soy un escritor. Si el tiempo es húmedo y caliente, me considero (con alguna razón) un canalla; si hay viento sur, pienso que un bisabuelo mío decidió la batalla de Junín y que yo mismo he consumado unas páginas que no son bochornosas. Me pasa lo que a todos: soy inteligente con las personas inteligentes, nulo con las estúpidas.
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TEXTOS RECOBRADOS I 1919-1929

Alguna noche, suelo ubicar mis horas en la serenidad del barrio de Almagro: empresa que tiene su poco de catástrofe en cada punta, pues para ir y volver es obligatorio descender a la tierra como los muertos e incluirse en una hilera de ajetreos que hay entre la plaza de Mayo y la estación Loria, y resurgir con una sensación de milagro incómodo y de personalidad barajada, al mundo en que hay cielo. Claro está que esas plutónicas y agachadas andanzas tienen su compensación: tal vez la más segura es poder considerar ese grande y bien iluminado plano de Buenos Aires que ilustra las paredes enterradas de los andenes. ¡Qué maravilla definida y prolija es un plano de Buenos Aires! Los barrios ya pesados de recuerdos, los que tienen cargado el nombre: la Recoleta, el Once, Palermo, Villa Alvear, Villa Urquiza; los barrios allegados por una amistad o una caminata: Saavedra, Núñez, los Patricios, el Sur; los barrios en que no estuve nunca y que la fantasía puede rellenar de torres de colores, de novias, de compadritos que caminan bailando, de puestas de sol que nunca se apagan, de ángeles: Pueblo Piñeiro, San Cristóbal, Villa Domínico.
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