Una historia de amor en un universo orwelliano dominado por el fanatismo de las sectas, el maltrato y la corrupción.
En japonés, la letra q y el número 9 son homófonos, los dos se pronuncian kyū, de manera que 1Q84 es, sin serlo, 1984, una fecha de ecos orwellianos. Esa variación refleja la alteración del mundo en que viven los personajes de esta novela: Aomame, instructora de gimnasia, y Tengo, profesor de matemáticas. Pero ambos son más de lo que parecen: la bella Aomame es una asesina; Tengo, un aspirante a escritor al que han encargado la corrección de una enigmática obra.
La novela 1984 es un ejemplo, quizá el más contundente junto con Un mundo feliz y Fahrenheit 451, de un posible futuro distópico, completamente totalitario, en el que los habitantes solo tienen la opción de seguir las reglas, o perecer; y en el caso de 1984, de ser «vaporizados», de perecer y ser borrados de la existencia y del recuerdo de que alguna vez hayan existido. Rebelión en la granja es como una fábula a la antigua, en la que los animales hablan, razonan e idean (según las capacidades distintas de cada uno), y hasta siguen los consejos a la rebelión de un viejo cerdo sabio y experimentado.
Edición especial del clásico distópico más vigente de nuestro tiempo
En el mundo de 1984, los autócratas sin escrúpulos se aferran al poder por el poder mismo, la historia se inventa a diario y las masas perviven en la ignorancia de los hechos más elementales. No solo se falta sistemáticamente a la verdad, sino que el lenguaje público se reduce a su mínima expresión, una avalancha de consignas breves e inanes, orientadas a fabricar consenso o crear enemigos.
¿Y si la clave para entender el presente fuera una novela escrita hace 70 años?