Una mujer desaparecida y un hombre obsesionado por ella hasta rozar la locura; dos muertes incomprensibles, un asesino demente, y un aterrador círculo verde que se aparece en los espejos. Todo esto converge en una absorbente historia de posesiones diabólicas, suspense y amor incondicional que revela una temible realidad: Dios sólo puede reinar si tiene un adversario con el que batirse en un combate perpetuo, que es el motor del mundo.
Esta adictiva novela ratifica a Elia Barceló como una de las narradoras más lúcidas y versátiles de las letras españolas.
Cuando Tate Collins conoce al piloto Miles Archer, no cree que sea amor a primera vista. Ni siquiera irían tan lejos como para considerarse amigos. Lo único que Tate y Miles tienen en común es una innegable atracción mutua. Una vez que sus deseos salen a la luz, se dan cuenta de que tienen el acuerdo perfecto. Él no quiere amor, ella no tiene tiempo para el amor. Su arreglo podría ser sorprendentemente perfecto, siempre que Tate pueda cumplir con las únicas dos reglas que Miles tiene para ella.
Nunca preguntes sobre el pasado.
No esperes un futuro.
Creen que pueden manejarlo, pero se dan cuenta casi de inmediato de que no pueden en absoluto.
Los corazones se ablandan.
Las promesas se rompen.
Las reglas se hacen añicos.
Maider conoció a Rubén a orillas del Mediterráneo cuando no eran más que un par de conguitos que correteaban en bañador por el camping donde veraneaban. Fueron inseparables durante muchos años hasta que la adolescencia los convirtió en enemigos.
Pero Maider pronto descubrió que del odio al amor solo hay un paso y que ese chico gamberro que no la dejaba tranquila en el fondo seguía siendo el mismo muchacho dulce que una tarde de verano le regaló un Frigopie y que, en un descuido, también le robó el corazón.
Juntos vivieron una preciosa historia de amor que los marcó para siempre, pero que también los destrozó.
Cuando años después Maider regresa a Benicàssim con su vida ya encaminada, tendrá que asumir que, tratándose de Rubén, tal vez haya algunas heridas que no puede cerrar sola.