Cal Donovan, eminente profesor de Historia de las religiones y Arqueología en Harvard, es llamado con urgencia al Vaticano. Debe dar su opinión sobre el misterioso caso de un sacerdote que sufre los estigmas de la crucifixión y afirma tener visiones místicas. Donovan comprueba asombrado que las heridas del religioso son reales y que se parecen a las infligidas a Jesús en la cruz.
La situación se convierte en preocupante cuando el clérigo es secuestrado y Donovan descubre que él no es el único interesado en este supuesto milagro. ¿Por qué una misteriosa sociedad trata desesperadamente de averiguar la clave de los estigmas? La respuesta es un secreto milenario y será una verdadera bomba de relojería si cae en las manos equivocadas.
La señora Dalloway, la primera de las novelas con que Virginia Woolf revolucionó la narrativa de su tiempo, relata un día en la vida londinense de Clarissa, una dama de alta alcurnia casada con un diputado conservador y madre de una adolescente. La historia comienza una soleada mañana de 1923 y termina esa misma noche, cuan do empiezan a retirarse los invitados de una fiesta que se celebra en la mansión de los Dalloway. Aunque en el curso del día acaece un hecho trágico -el suicidio de un joven que volvió de la guerra psíquicamente perturbado-, lo esencial de la obra estriba en que los sucesos están narrados desde la mente de los personajes, con un lenguaje capaz de dibujar los meandros y ritmos escurridizos de la conciencia y de expresar la condición de la mujer de un modo a la vez íntimo y objetivo.
«Tal vez su obra maestra. Exquisita y soberbiamente construida.» E. M. Forster
«La señora Dalloway dijo que iría ella por las flores.»
Clarissa se prepara para dar una fiesta y, en su camino, se cruzan antiguos amantes, amistades de infancia y un excombatiente suicida.
Bajo su aparente sencillez, esta premisa oculta una estructura compleja, en la que el pasado y el presente se entrelazan en un intricado juego narrativo. La autora emplea la cadencia rítmica de su prosa—que fluye como las conciencias de sus personajes—, los saltos temporales y los diferentes puntos de vista para demostrar que tras el mundo figuradamente ordenado que rodea a Clarissa subyace un caos interior.
En esta novela, Virginia Woolf rompe con la narrativa británica tradicional y propone una magistral reflexión sobre el paso del tiempo, el feminismo y la locura.