En Macondo transcurre la historia de un entierro imposible. Ha muerto un personaje extraño, un antiguo médico odiado por el pueblo, y un viejo coronel retirado, para cumplir una promesa, se ha empeñado en enterrarle ante la oposición de todo el pueblo y sus autoridades. Como en una tragedia griega -el libro lleva como lema una cita de Antígona que recuerda la prohibición de enterrar el cuerpo del Polinices-, el viejo coronel, su hija y su nieto van a cumplir la ominosa tarea. La acción, compuesta por la descripción de los preparativos para el entierro -una media hora- y los recuerdos de un cuarto de siglo de la historia de Macondo, de 1905 a 1928, se narra a través de los pensamientos de estos tres personajes.
«De pronto como si un remolino hubiera echado raíces en el centro del pueblo, llegó la compañía bananera perseguida por la hojarasca. Era una hojarasca revuelta, alborotada, formada por los desperdicios humanos y materiales de los otros pueblos: rastrojos de una guerra civil que cada vez parecía más remota e inverosímil. La hojarasca era implacable.»
Cuando la Tate Modern descubre que el hueso utilizado en una de las esculturas más famosas de la célebre y ya fallecida artista Vanessa Chapman es humano y no pertenece a un animal, como se creía, todas las miradas se centran en ella y en la misteriosa desaparición de su marido, Julian.
Temiendo la posible devaluación de la obra de la artista, Douglas Lennox, director de la Fundación Fairburn, envía al conservador James Becker a la remota isla escocesa en la que Vanessa vivía para investigar qué oculta el macabro hallazgo. Pero lo que parecía una empresa fácil pronto se convierte en algo mucho más oscuro, mucho más peligroso y mucho más imprevisible que puede poner en peligro su propia vida.
Esta es "la historia de una inocencia herida, de una miseria anónima, una breve e intensa visión del absurdo que supone una existencia anodina...". En las páginas de La hora de la estrella, considerada una de sus obras más importantes, aparece en toda su magnitud el personalísimo estilo de Clarice Lispector: su peculiar forma de transformar las palabras en imágenes vigorosas y puras se une aquí a una compleja estructura formal.