El presente y espléndido bestiario es el primer libro de poesía escrito por Guillaume Apollinaire, publicado en 1911. Los treinta pequeños poemitas –que normalmente siguen la sencilla forma del quatrain (cuarteta), casi siempre con rima alterna o pareada– van acompañados de otras treinta extraordinarias xilografías del pintor Raoul Dufy, artista de tendencia fundamentalmente fauvista que aquí adopta un estilo fuertemente clásico. Este «sencillo divertimento poético», en palabras del propio Apollinaire, da cabida entre sus páginas a animales poco habituales en los bestiarios: la mosca, el saltamontes, la oruga o el cangrejo, ejecutados siempre con enorme maestría. El libro se cierra con unas notas en las que el poeta adopta un tono humorístico y paródico, que ayudarán a entender y disfrutar la obra como un lúcido juego de imagen y palabra.
Por supuesto que alguien puede vivir en 445 m2, y seguro que conoces a mucha gente así. Personas que se desplazan por una celda sin estar presas; que se levantan cada día sabiendo que todo va a ser igual que ayer, igual que mañana; personas que a pesar de estar vivas se sienten muertas.Esta es la historia de un hombre que fue capaz de hacer realidad lo que por las noches imaginaba bajo las sábanas: empezar todo de nuevo. Lo hizo, pero pagó un precio demasiado alto. No obstante, si de verdad quieres saber cuál es el argumento de esta novela, mira tu muñeca izquierda: ahí está todo.
El regreso a la naturaleza y su preservación no es una obsesión ni una necesidad actual, sino que corre en paralelo a la historia de la humanidad y cobra especial fuerza durante el ilustrado Siglo de las Luces y su sucesor, el industrializado siglo XIX, que verá crecer de modo exponencial la población y la tecnología, con la consecuente explotación exhaustiva de materias primas que agota la tierra. Hoy seguimos sufriendo los males que todo esto acarrea, y no parece que haya voluntad de aplicar la medicina que nos sane.
Esta antología, cuyos relatos fueron publicados entre 1830 y 1903, no se ocupa de la naturaleza arcádica de los grecolatinos, ni del jardín del edén de los escritores medievales y renacentistas, ni del paisajismo Barroco, sino de la naturaleza que nos atraviesa como «las corrientes del Ser Universal». Se ocupa, pues, del movimiento que promovieron los transcendentalistas, y del contagio de sus ideas en contemporáneos y sucesores; un contagio que dará lugar a un nuevo género e incluso a una novedosa manera de contar, propio de la literatura estadounidense, que llega hasta nuestros días.