A los diecinueve años, Trethewey sintió que su mundo se desmoronaba cuando su padrastro mató a su madre de dos balazos. Con penetrante agudeza y una voz apasionada, Trethewey, Premio Pulitzer de Poesía, ahonda en esta deslumbrante obra en la experiencia de la pérdida y rememora el brutal acontecimiento que moldeó a la gran autora en la que se convirtió más tarde. A través del relato del maltrato sufrido por ambas, trata de comprender el trágico destino de su madre. Y nos hace viajar al territorio en el que pasó su infancia, en el sur de Estados Unidos, marcado por la segregación racial. «Niña producto del mestizaje» (su madre era negra, su padre, blanco, y se casaron cuando su unión era ilegal), profundiza en los orígenes de su constante sensación de no encajar en ninguna parte.
Mucho se ha escrito sobre soldados, aventureros y pícaros y sobre lo que, en sustancia, estos modos azarosos de comportamiento social significaron para las gentes de la España del siglo XVII. Fauna plural y variada en gustos, cubría toda la escala de la sociedad desde el aristócrata hasta el estudiante; se nutría de hidalgos empobrecidos; capitanes de fortuna, sirvientes y lacayos, aventureros desengañados, beatos, gente de iglesia, rufianes, ermitaños y los ciento cincuenta mil vagabundos que a fines del siglo XVI circulaban por España. Inclusive los propios escritores se dejaban, a veces, arrastrar por tan gustosas ocupaciones. Algunos de estos sujetos escribieron acerca de sí mismos mezclando la realidad con la fantasía, esta última con caracteres de retórica adjetiva cuya excrecencia percibe el lector.
La de Bioy Casares es una obra extraordinaria y vigente que, además, ofrece una especie de enigma: esa etapa entre 1929 y 1940 en la que publicó varios libros de los que él mismo prefirió no acordarse. En Memorias, sin embargo, ofrece algunas precisiones al respecto.
En estas páginas habla también de sus primeros perros y caballos, de sus disidencias con el grupo Sur, de su acceso al género fantástico a partir de un espejo veneciano en el cuarto de vestir materno, de su compleja relación con Silvina, de ese folleto sobre el yogur y la leche cuajada que significó el debut de una de las sociedades literarias más destacadas de todos los tiempos con Jorge Luis Borges, de la estancia de los Bioy en Pardo y de un inolvidable hotel que lo motivó a escribir ese particular cóctel que él define con toda naturalidad y terminó por convertirse en uno de los estilos más reconocibles de la literatura argentina: "historias donde conviven animales feroces, que sugieren épocas bárbaras y frívolos turistas de nuestro tiempo".