Siglo I a.C. Tras amotinarse en el barco en el que los trasladaban los romanos, un grupo de prisioneros de guerra africanos y sus mujeres son arrastrados por las corrientes a la isla de Tenerife. Durante mil quinientos años, sus descendientes crean allí una civilización aislada del resto del mundo, hasta que los nueve reinos que componen el territorio guanche se convierten en objetivo de los Reyes Católicos. La sangre se derramará de norte a sur de la isla en esta gran aventura que rememora traiciones, sacrificios y pasiones prohibidas para contar la historia de una estirpe guerrera liderada por el mencey Bencomo, rey de reyes, que luchó hasta el fin por su libertad.
Santiago Díaz presenta un relato extraordinario, jamás narrado hasta ahora, de la resistencia guanche a la Corona de Castilla, pero también una crónica asombrosa de la España de la época a través de la mirada de una esclava en busca de sus orígenes, una historia de amor imposible y el retrato de una civilización repleta de misterios que terminó desapareciendo para siempre.
Cuando su marido huye con su amante para abrir una granja de cocodrilos en Kenia, la vida de Joséphine Cortès se derrumba. Mientras tanto, su hermana Iris, que parece tenerlo todo, sueña con devolverle el sentido a su vida. Y cuando durante una cena Iris se encuentra con un editor famoso, parece que ha encontrado su oportunidad.
Tras mucha persuasión, logra convencerlo para que le publique una novela... pero hay un problema: Iris no tiene nada escrito. Así que le ofrece a su hermana un trato: Joséphine escribirá la novela y se embolsará las ganancias, pero el libro se publicará bajo el nombre de Iris. Y todo va bien... hasta que la novela se convierte en el mayor best seller de la temporada.
Los ojos del hermano eterno, libro curiosísimo en la obra de Stefan Zweig, está escrito como una leyenda oriental situada mucho antes de los tiempos de Buda. Narra la historia de Virata, hombre justo y virtuoso, el juez más célebre del reino, que después de vivir voluntariamente en sus propias carnes la condena a las tinieblas destinada a los asesinos más sanguinarios, descubre el valor absoluto de la vida y reconoce en los ojos del hermano eterno la imposibilidad intrínseca de todo acto judicativo. Virata llega a ser, después de su renuncia, un hombre anónimo a quien le espera, una vez muerto, un olvido todavía más perenne, el de la historia que sigue su curso prescindiendo del hombre más justo de todos los tiempos.