De entre el Himalaya de genio que forma la poesía francesa desde Gérard de Nerval a Paul Valéry, en la que se cuentan, entre otros, nada menos que Baudelaire, Verlaine o Rimbaud, probablemente sea Stéphane Mallarmé (1842-1898) en el que se den mayores sutileza, musicalidad, concentración formal, manejo del matiz, elegancia y secreta oblicuidad. El presente volumen reúne una imprescindible muestra de sus poemas, entre los se podrán hallar tesoros como «El Azur», «La carne es triste…», «La siesta de un fauno» o «Herodías», en palabras de Antonio Martínez Sarrión –autor de la selección y de esta admirable versión en castellano–, «la pieza mayor de Mallarmé…
monumento al Mito, a la Belleza, a la Muerte, a la Liturgia y a la Esterilidad».
Desde el momento en que supe que no podría hacer gran cosa para salvar al mundo, empecé a pensar en instalarme por un tiempo, solo, en una cabaña. Compré una isba de troncos, lejos de todo, en la orilla del lago Baikal. Allí, durante seis meses, a cinco días de marcha del pueblo más cercano, perdido en una naturaleza desmesurada, traté de ser feliz. Creo haberlo logrado. ¿Y si la libertad consistiera en adueñarse del tiempo? ¿Y si la felicidad fuera disponer de soledad, de espacio y de silencio... cosas de las que carecerán las generaciones futuras?
Un relato admirable y ya clásico, en la estupenda traducción de Julio Cortázar. Un emperador romano se inclina sobre su pasado: el poder, las conquistas, los turbios episodios palaciegos, las horas de triunfo y de peligro... Adriano cuenta su propia vida y poco a poco el César va dejando asomar al hombre, su atormentada intimidad, su secreto, que habría de fijarse en estatuas, en poemas, en templos. Bajo la forma de una autobiografía imaginaria minuciosamente fundamentada en la realidad histórica, Marguerite Yourcenar reconstruye un tramo espectacular de la historia.
Cuando la jovencísima Mikage se queda sola a la muerte de su abuela, se refugia en la cocina de su vasta casa. Un día, sin embargo, un amable muchacho llama a su puerta y le propone que vaya a vivir con el y con su madre, Eriko. Sin embargo, esta hermosa y acogedora mujer no es quien parece ser. Una fábula en la que la soledad y la aridez emocional quedan mitigadas por la inmensa sabiduría de otro mundo ancestral.
En la persona de la anciana Aaliya confluye el pasado y el presente de Beirut. Vive en una ciudad asediada por la violencia y el dolor, pero escapa de su terrible realidad gracias a la literatura. Huérfana de padre y repudiada por un marido al que nunca quiso, ha pasado la mayor parte de su vida leyendo en una librería y traduciendo en la soledad de su casa las grandes obras de la literatura de todos los tiempos a razón de una al año. Citas y títulos de Pessoa, Nabokov, Javier Marías o Italo Calvino desfilan y entretejen estas páginas, que repasan la historia reciente de Líbano y abren una puerta a la vida íntima de sus habitantes.