Gran parte de estos cuentos giran en torno al cumplimiento de un destino que se repite y que suele prefigurar un enfrentamiento. A veces los protagonistas son los hombres, como en «El otro duelo» o «Guayaquil»; otras son sus armas: dos cuchillos que se buscan largamente hasta por fin encontrarse y pelear. También puede ocurrir, como en «Historia de Rosendo Juárez», que en ese enfrentamiento uno se convierta en espejo del otro, uno sea él mismo y su enemigo. O que, como le sucede a Brodie, el otro le produzca horror y fascinación. Once relatos en los que el autor dice haber encontrado su verdadera voz: «La ya avanzada edad me ha enseñado la resignación de ser Borges».
La mayoría de los cuentos reunidos en este libro pertenecen al género fantástico. Algunos surgieron a partir de crónicas policiales, de pinturas o simplemente de la visión de algún conventillo; otro explora el efecto que la inmortalidad causaría en los hombres; hay una glosa al Martín Fierro, sueños sobre la identidad personal y fantasías del tiempo. El cuento «El Aleph», publicado por primera vez en 1945, aborda uno de los temas recurrentes en la literatura de Borges: el infinito. Porque en esa esfera resplandeciente confluyen de un modo asombroso todos los tiempos y todos los espacios.
A David F. Wallace, los agentes del Centro Regional de Examen de la Agencia Tributaria de Peoria, Illinois, le parecen de lo más normal. A medida que se adentra en la tediosa y repetitiva rutina de su trabajo, conocerá la magnífica variedad de personalidades que han sentido la llamada de Hacienda. Su llegada coincide con el recrudecimiento de fuerzas conspiratorias que pugnan por despojar el trabajo del rastro de humanidad y dignidad que todavía queda. El rey pálido es la novela postuma de David Foster Wallace, que ampliamos, por primera vez en español, con cuatro escenas inéditas.
Una joven madre recibe consuelo inesperado por la muerte de sus tres hijos, otra mujer reacciona de forma insólita ante la humillación a la que la somete un hombre; otros cuentos describen la crueldad de los niños y los huecos de soledad que se crean en el día a día de la vida de pareja. Como broche de oro, en el último cuento acompañamos a Sofía Ko-valevski, una matemática rusa que realmente vivió a mediados del siglo xix, en su largo peregrinaje a través de Europa en busca de una universidad que admitiera a mujeres como profesoras, y viviremos con ella su historia de amor con un hombre que hizo lo que supo por decepcionarla.
La primera regla del club de la lucha es no hablar del club de la lucha. Cada fin de semana, un puñado de jóvenes oficinistas se quita los zapatos y las camisas y pelean entre sí hasta la extenuación. Los lunes vuelven a sus despachos con los ojos amoratados y un embriagador sentimiento de omnipotencia. Pero estas reuniones son solo el comienzo del plan con el que TyIer Durden, proyeccionista, camarero y oscuro genio anárquico, aspira a vengarse de una sociedad paralizada por el consumis-mo exacerbado.
Para Simón Axier, uno de los principales actores teatrales norteamericanos, todo ha terminado. Ya sexagenario, ha perdido su magia, su talento y la seguridad en sí mismo. Imagina que la gente se ríe de él, no es capaz de fingir que es otra persona. Su mujer se ha ido, su público le ha abandonado, su agente no puede persuadirle de que vuelva a actuar. De repente estalla otra trama: un deseo erótico fuera de lo corriente que sirve de consuelo a su vida desposeída, pero que es tan arriesgado y aberrante que no apunta hacia el alivio y la gratificación, sino a un final aún más sombrío y espantoso.
El protagonista de Némesis es Bucky Cantor, un joven de veintitrés años responsable de las actividades al aire libre de los alumnos de una escuela de Newark, Nuevajersey. Este lanzador de jabalina y levantador de pesas vive volcado en sus pupilos, frustrado por no haber ido a la guerra a causa de un defecto de visión. Cuando la polio empieza a asolar el patio de recreo, Roth se concentra en los dilemas de Cantor y en las realidades cotidianas a las que este se enfrenta, y nos conduce a través de todas las emociones que una epidemia semejante puede engendrar: el miedo, el pánico, la cólera, el desconcierto, el sufrimiento y el dolor.
La señora Dalloway, la primera de las novelas con que Virginia Woolf revolucionó la narrativa de su tiempo, relata un día en la vida londinense de Clarissa, una dama de alta alcurnia casada con un diputado conservador y madre de una adolescente. La historia comienza una soleada mañana de 1923 y termina esa misma noche, cuan do empiezan a retirarse los invitados de una fiesta que se celebra en la mansión de los Dalloway. Aunque en el curso del día acaece un hecho trágico -el suicidio de un joven que volvió de la guerra psíquicamente perturbado-, lo esencial de la obra estriba en que los sucesos están narrados desde la mente de los personajes, con un lenguaje capaz de dibujar los meandros y ritmos escurridizos de la conciencia y de expresar la condición de la mujer de un modo a la vez íntimo y objetivo.
«Tal vez su obra maestra. Exquisita y soberbiamente construida.» E. M. Forster