Para ser una esclava en el Saint-Domingue de finales del siglo XVUI, Zarité había tenido buena estrella: a los nueve años fue vendida » Toulouse Valmorain, un rico terrateniente, pero no conoció ni e agotamiento de las plantaciones de caña ni la asfixia y el sufrimiento de los trapiches, por- ^ que siempre fue una esclava doméstica. Su bondad natural, fortaleza de espíritu y honradez le permitieron compartir los secretos y la espiritualidad que ayudaban a y^:^- . sobrevivir a los suyos, los esclavos, y conocer las miserias de los amos, los blancos.
Zarité se convirtió en el centro de un microcosmos que era un reflejo del mundo de la colonia: el amo Valmorain, su frágil esposa española y su sensible hijo Maurice; el sabio Parmentier; el militar Reíais y la cortesana mulata Violette; Tante Rose, la curandera; Gambo, el apuesto esclavo rebelde... y otros personajes de una cruel conflagración que acabaría arrasando su tierra y lanzándolos lejos de ella.
Al ser llevada por su amo a Nueva Orleans, Zarité inició una nueva etapa en la que alcanzaría su mayor aspiración: la libertad. Más allá del dolor y del amor, de la sumisión y la indepen-dencia»de sus deseos y los que le habían impuesto a lo largo de su vida, Zarité podía contemplar su existencia con serenidad y concluir que había tenido buena estrella.
Gran parte de estos cuentos giran en torno al cumplimiento de un destino que se repite y que suele prefigurar un enfrentamiento. A veces los protagonistas son los hombres, como en «El otro duelo» o «Guayaquil»; otras son sus armas: dos cuchillos que se buscan largamente hasta por fin encontrarse y pelear. También puede ocurrir, como en «Historia de Rosendo Juárez», que en ese enfrentamiento uno se convierta en espejo del otro, uno sea él mismo y su enemigo. O que, como le sucede a Brodie, el otro le produzca horror y fascinación. Once relatos en los que el autor dice haber encontrado su verdadera voz: «La ya avanzada edad me ha enseñado la resignación de ser Borges».
La mayoría de los cuentos reunidos en este libro pertenecen al género fantástico. Algunos surgieron a partir de crónicas policiales, de pinturas o simplemente de la visión de algún conventillo; otro explora el efecto que la inmortalidad causaría en los hombres; hay una glosa al Martín Fierro, sueños sobre la identidad personal y fantasías del tiempo. El cuento «El Aleph», publicado por primera vez en 1945, aborda uno de los temas recurrentes en la literatura de Borges: el infinito. Porque en esa esfera resplandeciente confluyen de un modo asombroso todos los tiempos y todos los espacios.
Una novela -Ibdas las almas-, en la que sólo una ciudad, Oxford, y un escritor rey de un reino sin trono en la pequeña isla de Redonda eran reales, consiguió que sus lectores se empeñaran en confundir lo ficticio con lo real, por lo que su autor, desbordado, decidió convertir lo real en ficticio. Y así, en Negra espalda del tiempo, encontramos un niño zurdo que escribe su nombre -Xavier- al revés, de derecha a izquierda, en un quizá no del todo involuntario deseo de retroceder; un hermano muerto; un escritor que, después de sobrevivir a la Primera Guerra Mundial, se cruzó en México con una bala perdida; una maldición en La Habana; un piloto mercenario y tuerto al que la muerte siempre pasaba de largo, y tantos otros, transportados al revés del tiempo, allí donde «aún no ha pasado ni se ha perdido, y quizá por eso no es ni siquiera tiempo». El único lugar donde la convivencia entre vivos y muertos parece ser posible.
A David F. Wallace, los agentes del Centro Regional de Examen de la Agencia Tributaria de Peoria, Illinois, le parecen de lo más normal. A medida que se adentra en la tediosa y repetitiva rutina de su trabajo, conocerá la magnífica variedad de personalidades que han sentido la llamada de Hacienda. Su llegada coincide con el recrudecimiento de fuerzas conspiratorias que pugnan por despojar el trabajo del rastro de humanidad y dignidad que todavía queda. El rey pálido es la novela postuma de David Foster Wallace, que ampliamos, por primera vez en español, con cuatro escenas inéditas.
Escritos como sendos regalos para sus dos hijos, estas fábulas rebosantes de magia y lirismo, que se reúnen por primera vez en un único volumen, son un genuino liomenaje al poder de la imaginación. En Harúnyel Mar de las Historias conoceremos al mejor fabulador del mundo, Rashid Khalifa, aquien un aciago día se le agotan las historias. Su hijo, Ha-rún, emprende un maravilloso viaje para ayudarle a recuperar el don de la palabra. Luka y el Fuego de la Vida narra las peripecias de Luka por salvar a su padre, el gran cuentacuentos Rashid Khalifa, del sueño eterno; para ello tendrá la ayuda de un perro llamado Oso, un oso llamado Perro, una princesa malcriada y su famosa alfombra voladora.
Una joven madre recibe consuelo inesperado por la muerte de sus tres hijos, otra mujer reacciona de forma insólita ante la humillación a la que la somete un hombre; otros cuentos describen la crueldad de los niños y los huecos de soledad que se crean en el día a día de la vida de pareja. Como broche de oro, en el último cuento acompañamos a Sofía Ko-valevski, una matemática rusa que realmente vivió a mediados del siglo xix, en su largo peregrinaje a través de Europa en busca de una universidad que admitiera a mujeres como profesoras, y viviremos con ella su historia de amor con un hombre que hizo lo que supo por decepcionarla.
En el centro de esta deliciosa novela hallamos a Del Jordán, una chiquilla que vive con sus padres en el pueblo de Jubilee y nos narra su día a día, su relación con la familia, los vecinos y los amigos. A través de sus ojos observamos el mundo y compartimos el provecho que saca de lo que ve. Del compadece la poquedad del padre, admira el arrojo de la madre y comprende que tarde o temprano llega el momento en que hay que elegir entre una risueña mediocridad -hogar, iglesia, matrimonio, hijos-y otras opciones más interesantes y arriesgadas. Ese descubrimiento es también el de la vocación literaria, una suerte de llamada, de deber para con el mundo.
Para Simón Axier, uno de los principales actores teatrales norteamericanos, todo ha terminado. Ya sexagenario, ha perdido su magia, su talento y la seguridad en sí mismo. Imagina que la gente se ríe de él, no es capaz de fingir que es otra persona. Su mujer se ha ido, su público le ha abandonado, su agente no puede persuadirle de que vuelva a actuar. De repente estalla otra trama: un deseo erótico fuera de lo corriente que sirve de consuelo a su vida desposeída, pero que es tan arriesgado y aberrante que no apunta hacia el alivio y la gratificación, sino a un final aún más sombrío y espantoso.