Un ladrón inteligente e ingenioso que cautiva con su carisma y generosidad. Un accidentado robo en un castillo desata la búsqueda de un tesoro mítico. Lupin ha conseguido hacerse con un secreto milenario. Solo el ingenio y la sagacidad del aprendiz de detective, Isidore Beautrelet, podrán desbaratar sus planes. Una nueva aventura del maestro de la novela policíaca francesa, protagonizada por uno de los personajes más camaleónicos y encantadores que ha dado el género.
Publicada en 1928, Romancero gitano es una de las creaciones poéticas más importantes del siglo xx. En esta obra, compuesta por dieciocho romances en los que prima un uso exquisito de la metáfora, se tratan temas universales como la muerte, el amor y la pasión, todo ello con la cultura gitana como eje central. En él se dan la mano tradición y modernidad en un libro profundo, intenso, con una personalidad única que se traduce en pura armonía. Una obra maestra que sigue emocionando al lector como el primer día.
Desde que son niños, Edie, Jake y Ryan han sido inseparables; ellos tres contra el mundo. Edie pensaba que su amistad podría con todo así que, cuando su marido, Jake es brutalmente asesinado y su mejor amigo, Ryan, acusado del crimen, su mundo se desmorona.
Edie se encuentra sola por primera vez en muchos años en la casa del acantilado que compartía con Jake. Está en pleno duelo y tiene miedo, y no le faltan razones para tenerlo, pues alguien la está vigilando, alguien que lleva mucho tiempo esperando este momento. Ahora que Edie es vulnerable, el pasado del que ha intentado huir desesperadamente está a punto de llamar a su puerta.
Sonó el teléfono y supo que la iban a matar. Lo supo con tanta certeza que se quedó inmóvil, la cuchilla en alto, el cabello pegado a la cara entre el vapor del agua caliente que goteaba en los azulejos. Bip-bip. Se quedó muy quieta, conteniendo el aliento como si la inmovilidad o el silencio pudieran cambiar el curso de lo que ya había ocurrido. Bip-bip. Estaba en la bañera, depilándose la pierna derecha, el agua jabonosa por la cintura, y su piel desnuda se erizó igual que si acabara de reventar el grifo del agua fría. Bip-bip. En el estéreo del dormitorio, los Tigres del Norte cantaban historias de Camelia la Tejana. La traición y el contrabando, decían, son cosas compartidas.
«Estas conferencias se titulan Confesiones de un joven novelista, y cabría preguntarse por qué, teniendo en cuenta que ya he cumplido más de setenta años. Pero resulta que publiqué mi primera novela, El nombre de la rosa, en 1980, de modo que empecé mi carrera como novelista hace cosa de treinta años. Me considero, por lo tanto, un novelista muy joven y ciertamente prometedor». Así comienza este libro en el que el gran intelectual cuenta cómo se acercó a la ficción siendo ya un ensayista de prestigio, cómo prepara cada una de sus novelas antes de ponerse a escribir, cómo crea sus personajes y la realidad que los rodea. También nos habla de la ambigüedad que mantiene el escritor para que sus lectores se sientan libres de seguir su propio camino a la hora de interpretar un texto, así como de su capacidad para generar emociones en ellos. ¿Por qué en general no lloramos cuando alguien nos cuenta que su pareja lo ha abandonado y, en cambio, muchos nos emocionamos al leer el episodio de la muerte de Anna Karénina?
El carcelero tiene su carcelero y éste al suyo y así al infinito. Tú y yo somos los eslabones finales de una larga cadena de sumisiones. Así está ordenado el mundo, mi joven amigo.¿Hay otra salida?. Eso dice el protagonista de uno de los nueve cuentos que integran esta obra, por donde Carolina Grau transitará como presencia sutil, como persona, como fantasma y como enigma, trazando siempre un fino halo de misterio. Los lectores se preguntarán si lo que leen son hechos de la imaginación, fragmentos de sueños o terribles realidades que permanecieron ocultas. La distancia y la cortesía permiten que el horror subyacente se manifieste de una manera más fría y poderosa, no como sueño de la razón sino como vigilia de la semi razón. La realidad también son las palabras, aunque a veces sirven de aplazamiento entre un horror y el siguiente.