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SARTORIS (BOL)

Pocos años antes de su muerte, el propio William Faulkner recomendaba esta novela como aquella por la que debía empezar quien se acercara por primera vez a su obra. «He concebido la historia entera como un relámpago que iluminase de golpe un paisaje», declaró. La publicación de Sartoris en 1929 supuso que por fin viera la luz el mítico condado de Yoknapatawpha, escenario de muchos de sus relatos y novelas posteriores. En Sartoris, Faulkner disecciona una clase social en decadencia a partir de una familia heredera de las tradiciones aristocráticas del Sur, a la que le queda únicamente la retórica romántica, el orgullo y la autocompasión para enfrentarse a un mundo en el que ya no encuentra su sitio.
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CAIN (BOL)

¿Qué diablo de Dios es este que, para enaltecer a Abel, desprecia a Caín? Si en El evangelio según Jesucristo José Saramago nos dio su visión del Nuevo Testamento, en Caín regresa a los primeros libros de la Biblia. En un itinerario heterodoxo, recorre ciudades decadentes y establos, palacios de tiranos y campos de batalla de la mano de los principales protagonistas del Antiguo Testamento, imprimiéndole la música y el humor refinado que caracterizan su obra. Caín pone de manifiesto lo que hay de moderno y sorprendente en la prosa de Saramago: la capacidad de hacer nueva una historia que se conoce de principio a fin. Un irónico y mordaz recorrido en el que el lector asiste a una guerra secular, y en cierto modo, involuntaria, entre el creador y su criatura.La crítica ha dicho... «Saramago elabora en Caín no la tan cacareada crónica de un desencuentro personal con la religión, sino una parábola de comprensión humana.» Francisco Martínez Hidalgo «A pesar de su edad, Saramago nos demuestra con Caín que es capaz de seguir ofreciendo a sus lectores obras atractivas, que buscan llegar a la médula de nuestros conflictos más acuciantes.» Javier Munguía
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CLARABOYA (BOL)

La novela perdida de José Saramago. Donde todo comenzó... Amanece en Lisboa. En una mañana de mediados del siglo XX, la mirada del novelista se asoma a la ventana de un vecindario. Se anuncia un día no muy diferente de los demás: el zapatero Silvestre, que abre su taller; Adriana, que parte hacia el trabajo mientras en su casa tres mujeres inician otra jornada de costura; Justina, que tiene ante sí un largo día jalonado por las disputas con su brutal marido; la mantenida Lidia; y la española Carmen, sumida en nostalgias... Discretamente, la mirada del novelista va descendiendo y, de repente, deja de ser simple testigo para ver con los ojos de cada uno de los personajes. Capítulo a capítulo, salta de casa en casa, de personaje en personaje, abriéndonos un mundo gobernado por la necesidad, las grandes frustraciones, las pequeñas ilusiones, la nostalgia de tiempos que ni siquiera fueron mejores. Todo cubierto por el silencio tedioso de la dictadura, la música de Beethoven y una pregunta de Pessoa: ¿Deberemos ser todos casados, fútiles, tributables?Saramago terminó de escribir Claraboya a los treinta y un años y entregó el manuscrito a una editorial de la que solo obtuvo respuesta cuarenta años más tarde, cuando era un escritor consagrado. La escritura minuciosa y paciente retrata con maestría una época marcada por la desesperanza. Claraboya anticipa de un modo deslumbrante los elementos del universo Saramago, así como las virtudes que serán el germen de tantas obras maestras. En el texto se oye la voz de José Saramago, se reconocen sus personajes, se identifican la lucidez y la compasión que según la Academia Sueca distinguen su obra. La crítica ha dicho... «En todas las almas, como en todas las casas, además de fachada, hay un interior escondido.» Raul Brandaõ «Claraboya es un retrato luminoso sobre una época sombría; un regalo, porque los lectores pueden saciar la necesidad de seguir leyéndole.» Pilar del Río, traductora y presidenta de la Fundación Saramago «El original estaba completo. Se ha podido publicar el libro sin ningún tipo de interferencia; no le falta nada, ni un bocado. Es una novela interesantísima, con un gran número de personajes, muy elocuente y bien narrada.» Zeferino Coelho, editor portugués de José Saramago «Tal vez exista alguna ingenuidad en la elaboración de este libro, pero yo prefiero llamarla luminosidad, transparencia, y se lo agradezco. El dispositivo narrativo es, como siempre, potente y original. Una vez más demuestra poseer el don que le hizo inconfundible y único.» Inés Pedrosa, escritora «Un relato sencillo y divertido, con la fuerza y la profundidad que han definido todo el trabajo posterior de Saramago.
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